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Sergio, el talento, la dedicación y algunos números

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Ya puedes tener todo el talento del mundo que hace falta algo más para dibujar la trayectoria de Sergio García en el ranking mundial. Desde que se hizo profesional en 1999 sólo en dos ocasiones se ha comido las uvas el 31 de diciembre más allá del decimoséptimo puesto.

 Ocurrió en 2003, el año en el que realizó algunos cambios profundos en el swing (acabó el año en el puesto 36º), y en 2010, la temporada en la que se vio al límite, confuso y saturado, y decidió apartarse de la competición unas cuantas semanas (en diciembre era el 78º del mundo). Es decir: en más de catorce años de profesional apenas ha abandonado unos meses el top-50 del mundo.

Sergio es talentoso, no cabe duda. Pero no nos quedemos sólo con la errónea imagen de un genio caprichoso que cruza los mares en un jet privado y que juega al golf al vaivén de su inspiración. De hecho, el jet privado se lo gana uno con el talento, claro, pero hace falta mucho más.

Es legítimo y normal que todos nos preguntemos por qué no termina de rematar las faenas en algunos torneos de peso, precisamente porque de él, de su golf, de su enorme repertorio, siempre se espera algo grande. Pero tanto o más importante es seguir valorando esa trayectoria brutal en un ranking mundial que se come crudo a todo aquel que baja la guardia.

Sergio, además de poseer un talento innato, es un profesional dedicado. A su manera y con un método muy personal, es cierto, pero tremendamente dedicado. Es un jornalero de élite en lo suyo y así entiende su vida actual, aunque no se le vea tantas horas en el club como a otros la semana de torneo. Para empezar, cuidando su físico casi como lo haría un atleta de alguna especialidad más exigente. Es un deportista al ciento por ciento. Vive por y para el deporte.

No se trata sólo de elaborar una defensa más o menos bien fundamentada de uno de los nuestros, de uno de los componentes de la Armada. Se trata de darle un giro de tuerca más a nuestra cultura deportiva (y trato yo, el primero, de aplicarme el cuento).

Por eso, porque no cuentan sólo las victorias, entiendo que es necesario seguir haciendo el esfuerzo de valorar que en 368 torneos disputados en los dos grandes circuitos, americano y europeo, haya sumado ya exactamente cincuenta puestos entre los tres primeros: en cinco ocasiones lo hizo en los ‘majors’, otras tres veces más en los WGC, 24 veces más en los torneos regulares del European Tour, y otras 18 en los del PGA Tour. Es decir, prácticamente una de cada siete veces Sergio finaliza la semana entre los tres primeros. Y es más: suma 133 puestos entre los diez primeros (lo consiguió 18 veces en los Grandes, 12 en los WGC, 49 veces en los torneos del calendario regular del European Tour y 26 en los del PGA Tour). Esto es: en uno de cada 2,7 torneos finaliza en el top-ten. Y concretamente en los ‘majors’, desde que es profesional, una de cada 3,2 veces se mete en el top-ten final (son 18 top-ten en 58 apariciones como profesional, consecutivas, por cierto).

Precisamente porque entiendo que es un deportista plenamente dedicado, intuyo que antes o después encontrará el camino hacia la gloria definitiva. Antes o después se preguntará seriamente delante del espejo si, además de ser un extraordinario deportista, su cuerpo le pide entrar en el Olimpo de los ‘majors’.  Insisto: intuyo que antes o después su respuesta será SÍ y lo que venga después ya lo contaremos. Será apasionante…