Inicio Blogs David Durán Tengolf: un 80 sufrido y fuera de swing

Tengolf: un 80 sufrido y fuera de swing

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Faltan 875 días

No tengo yo muy claro si interesa o no, pero me van a permitir que me refiera a algunas cuestiones domésticas. Se trata de un ejercicio de blogterapia. El jueves 23 de enero resultó más bien un día extraño, vamos a dejarlo ahí. A saber:

– Nos levantamos a las seis de la mañana y, antes de nada, aplasto con el pie un vaso. Herida leve en la planta. Pocos minutos después me abraso con el agua caliente de la ducha…

– Una vez abajo, en la recepción del hotel, y cuando ya vamos a subir al medio de transporte que nos llevará al campo, compruebo con mucha dignidad que me he dejado la acreditación.

– Según regreso con ella en la mano, mi compañero y sin embargo socio y amigo, Alejandro, muy vivo, se da cuenta de que no lleva el ordenador.

– Ligera tregua, hasta que mediada la jornada asistimos impotentes a un hecho trágico: los vídeos de Carlos del Moral y Sergio García no están dispuestos a dejarse manejar así como así. Imposible subirlos (disculpas desde aquí a todos nuestros ávidos e intrépidos lectores, huérfanos de declaraciones). Pasan las horas, tres, cuatro, cinco… Desistimos.

– Alejandro sufre unos molestos dolores de espalda. Apenas puede salir al campo.

– A mi me castiga severamente y por primera vez en la Gira una tendinitis que me trae loco.

– De todos modos, más tarde, busco y hallo a Rafa en el campo, que viene avasallador. Hay que hacer unas fotos. Una vez allí, en la última punta del universo catarí, compruebo que me he dejado la tarjeta de la cámara en la sala de prensa. Casi me entran ganas de llorar. Vuelta atrás.

– Mi cigarro electrónico se estropea. Lo arreglo. Se vuelve a estropear.

– Cuando parece que uno de los vídeos va a subirse se apaga el ordenador de Alejandro. Plif. Lógico: no está enchufado y se ha quedado sin batería. Además, como es un aparato muy moderno, se bloquea y dice que eso de reiniciar, nones…

En fin. Menos mal que los muchachos de la Armada aportaron los claros a ese bodegón infame y la jornada se salva con sobresaliente. Rafa, Alejandro, Chema, Sergio, Carlos… A otros no les fue tan bien. Como a nosotros.

– El remate. Al legar a la habitación del hotel, portando bandera blanca, ninguna de las dos tarjetas abre la puerta. No maldecimos. Ni un mal gesto. Anda ya.

A eso de las ocho de la tarde, suena un silbidito en un teléfono móvil, hay un Ángel de la Guarda que viene a buscarnos y a sacarnos de la cueva. No es que en Doha se pueda salir de tapas, pero tres españolitos siempre encuentran el modo de pasarlo bien.