«Intento ir más alegre y disfrutar el momento, que al fin y al cabo estamos en un campo de golf, hay gente mirando, y seguro que algún golpe bueno estaremos dando». De este modo glosaba Rafa Cabrera Bello, una vez consumado su segundo puesto en Dubai, el trabajo que ha venido realizando («durante todo el año pasado y durante el invierno», explicaba) y que tiene que ver con el modo de digerir la adversidad en competición. Un trabajo que también ha dado sus frutos esta semana pasada en Austin.
«Seguro que algún golpe bueno estaremos dando». Esta sentencia, en su sencillez, es redonda. Y está dicha con toda la intención. Esos golpes buenos que, por cierto, suelen ir cada día a un cuaderno donde Rafa los recrea, tal y como él mismo nos ha contado alguna vez en su blog de Tengolf.
La actitud y la manera de pensar, no nos cansaremos de repetirlo, ayudan al profesional de golf a ganarse bien los cuartos, que al fin y al cabo de eso se trata en su caso. Y ayudan también al aficionado a disfrutar más y mejor, que es de lo que se trata en el suyo…
Seguro que usted tiene también algún amigo y compañero de antiguas o presentes andanzas futboleras, que no juega al golf, y que a veces trata de acorralarle con la pregunta de marras, en sus diferentes versiones, y que más o menos viene a ser: «¿qué produce más placer, marcar un gol por la escuadra o un gran golpe de golf?».
En mi caso, desde luego, no hay color: un simple hierro 8 bien pegado, recto y alto al centro del green se acerca peligrosamente al éxtasis (y digo al centro del green, no al trapo, que es al golf lo que la escuadra al fútbol).
