Álvaro Quirós arrrancaba hoy el motor de su 64 final en el hoyo 4, par 3, embocando desde el tee ni más ni menos, después de pegar un hierro 8 arrebatador a una bandera esquinada y delicada situada a 150 metros, defendida por agua en su flanco derecho. Lo increíble del caso es que nadie vio el hoyo en uno. Ni Álvaro, ni Anthony Wall, ni Garth Mulroy. Tampoco ninguno de los caddies. Ni Isabel, aficionada madrileña que seguía el partido, afincada en Dubai junto a su marido y sus dos hijos (Gonzalo y Rodrigo) desde el pasado mes de septiembre. Ni Peter, un ‘joven’ marshall inglés de 75 años, ni la mujer de Mulroy, presente asimismo… Ni tampoco el arriba firmante.
Nadie. El tiro, en efecto, era especial, pero con el sol pegando de frente nadie se atrevía a asegurar que hubiese entrado, y a esas horas tampoco había en el green quien pudiese confirmar la buena nueva… Todos miramos a Álvaro, Álvaro a Gamarra, su caddie, Gamarra a Wall… Silencio, sonrisas y expectante espera.
A cincuenta metros de la bandera las sospechas fueron tomando forma, puesto que los jugadores ya adivinaban los piques de la bola y el de Quirós estaba justo delante del hoyo. Habiendo pegado un hierro 8 era casi imposible que esa bola hubiera rodado unos metros por detrás hasta el bunker que recibe pasado el green. Con todo y con eso, «hasta que no saqué la bola del hoyo no tuve la absoluta certeza de que hubiera hecho hoyo en uno», señalaba el jugador a Tengolf.
Es el quinto ‘hole in one’ de Quirós en el circuito europeo, y ninguno de ellos ha recibido premio. Ya es casualidad. Tampoco lo tuvo aquel que hiciera en el hoyo 11 de este mismo campo a principios de 2011, también en jornada dominical, aunque en aquella ocasión aquel eagle lo disparase hacia el triunfo.
Unos minutos después, no más de diez, en la calle del siguiente hoyo, el 5, un par 4, Quirós pegaba un hierro 7 demoledor y su bola estaba a puntito de entrar de nuevo…
A veces, sólo a veces, los paseos matutinos para bajar el desayuno, además de digestivos también resultan entretenidos.
