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El extraño inicio de temporada de García

Y de repente, Sergio a contrapié

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A Sergio García no le queda más remedio que apretar los dientes porque su arranque de año 2016 no tiene demasiada lógica. Ya han sido más que comentadas aquellas dos semanas largas de trabajo en su casa antes de jugar en Qatar, en las que su golf fluía libre y limpio. Durante la tercera jornada en Doha aquella fluidez quedaba sin embargo entre paréntesis…

Hasta hoy. Y el caso es que el de Borriol viajaba unas semanas después a California y sus sensaciones, de nuevo, eran buenas. Quizá llevara ya la mosca detrás de la oreja, siquiera de manera inconsciente, pero en cualquier caso no había ningún problema objetivo que hiciera presagiar las dos malas tarjetas de Riviera, un escenario que le encanta y en el que se quedaba ‘castigado’ sin jugar el fin de semana.

En Qatar había jugado muy bien y menos bien. En el recorrido de Pacific Palisades, sin embargo, casi no le daba tiempo a entrar en faena. En el hoyo 10 de la primera vuelta ya acumulaba un parcial de cuatro arriba. Sencillamente, no estaba cogiendo ni la mitad de calles que acostumbra. ¿Cómo se explica? Quizá la pregunta pertinente sea: ¿es urgente y necesario encontrar una explicación objetiva?

Sergio García, que en ocasiones da la sensación de ser un tipo excesivamente impulsivo y desde luego es un jugador de puro ‘feeling’, ha pulido con el tiempo y la experiencia un mantra que, hablando en plata, consiste fundamentalmente en no volverse loco cuando las cosas parecen ir fatal, incluso aunque sea de manera inesperada, como es el caso. Por supuesto, no siempre se consigue, por más experiencia que uno acumule.

Sea como sea difícilmente lo veremos esta semana en Florida (a partir del jueves disputa el Honda Classic en el PGA National de Palm Beach Gardens) completando sesiones maratonianas para enderezar el driver y los hierros. Tiene esto algo que ver con el hecho de que sea un jugador que rara vez pega una sola madera durante el calentamiento previo a una vuelta de competición. A mí me lo ha explicado alguna vez: «quiero que el primer driver que pegue, por malo que sea, sea el mejor que he pegado ese día». Expuesto en pasiva: le irrita sobremanera y hasta el punto de sacarlo de ritmo pegar buenos drives en la calle de prácticas y, unos minutos después, fallar el primero desde el tee del 1.

Su filosofía es la siguiente ante los malos momentos: se pueden hacer algunos pequeños ajustes y rebuscar alguna buena sensación trabajada anteriormente, por supuesto, pero sobre todo hay que esperar con buena predisposición que las mejores sensaciones vuelvan a fluir, sin quemarse en mil disquisiciones técnicas, de las que hay alejarse mientras se está compitiendo. Este es por tanto el principal reto que tiene una vez más por delante: no entrar en pánico ni en desánimo.

Aparentemente, hay otro reto complicado que tiene por delante: no parece el Champion course del PGA National el mejor lugar para llegar con el swing a la remanguillé, si miramos la dificultad de su diseño y nos acordamos de como suele correr el viento por aquellos lares, a sus anchas. Sin embargo, y atendiendo a la mentalidad de García, casi puede decirse que no hay escenario mejor para su recomposición: puede que él no pase mucho tiempo en la calle de prácticas, pero su trabajo a pie de campo rebosará concentración en este escenario.