Inicio Blogs David Durán ¿Y si Sergio renunciara a su instinto de una maldita vez?

¿Y si Sergio renunciara a su instinto de una maldita vez?

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Faltan 1.131 días

No paro de darle vueltas. Y si hubiera cogido un hierro 9. Y si hubiera elegido la línea menos agresiva, al centro del green. Y si…

¿Y qué tal si hubiera renunciado a su instinto natural? Esta pregunta en realidad me la hago de vez en cuando desde agosto de 2008, cuando se fue al agua en el hoyo 16 de Oakland Hills, jugando el hoyo 70 del PGA de aquel año, hasta donde había llegado como líder, con un golpe de ventaja. Pegó un hierro 5 desde la calle buscando el trapo y se fue al agua por la derecha…

Hace cinco años, igual que ayer, escogió el golpe más agresivo. Y en ambas ocasiones por la misma razón. En aquel PGA decidió jugársela a bandera con el hierro 5 porque venía de pegar otro magnífico, creo recordar que fue en el hoyo inmediatamente anterior, que a punto estuvo de encestar de vuelo en el hoyo (literalmente). Ayer, según ha explicado, se sentía con mucha confianza después de sacarse de la manga espléndidos hierros, sobre todo los de los hoyos 13, 14 y 16, realmente brillantes, fantásticos. Poderosos y precisos.

Llegados a ese punto, seguramente hay muchos modos de pensar o planificar, pero me quedo con dos:

1. Estoy con confianza y quiero ganar. Vamos a por ello.

2. Estoy pegando bien a la bola, pero no tentemos a la suerte ante un golpe tan delicado porque, en caso de fallar, no me quedaría apenas margen para la reacción y lo importante ahora es no perder el torneo.

Cuando ayer se colocó tan a la derecha en el tee del 17 me entraron escalofríos. Pero antes de que Sergio pegara a la bola, aún me dio tiempo a pensar: ¿por qué no?, adelante, hoy es tu día. Nunca he sido un gran estratega. Creo que Sergio tampoco.

La decepción es honda, pero no deja ningún regusto amargo. Conforta comprobar que Sergio se quedó en paz consigo mismo, a pesar del desastre. Y no se puede uno enfadar con Don Quijote cuando carga contra un molino de viento.

Nota íntima aclaratoria: si escribiese la persona y no el periodista debería reconocer que nunca deseó tanto una victoria de Sergio y una derrota de Woods. Así se comporta el celtíbero que llevo dentro. Pero ganó el mejor. Y uno de los mejores se quedó a dos brazadas de la orilla, calado, deshecho y con esas pesadas botas puestas, que lo hundían y lo hundían…