Faltan 1.275 días
Por aquí ando ya, en una larga cola en el control de pasaportes del aeropuerto de Abu Dhabi…
El equipaje de mano pesa mucho así que reviso a ver si encuentro un canto rodado. Y además, si es que estuviera, me pegaré limpiamente con él en los dientes. Otro año más por aquí. De lujo.
Justo detrás de mí marchan muy juntitos unos hombres muy pobres y muy asustados. Indios, pakistaníes… No sé. Mano de obra barata. Seguro que en España te encuentras la misma o similar imagen, pero no abres tanto los ojos.
Reseteo. Que no haga tanto ruido la vocecita que me recuerda sin parar que el mundo es una locura de mierda desde casi todas las perspectivas, y que a mí ya me tocó la lotería naciendo donde nací.
Pongámonos a disfrutar, qué remedio. En apenas unas horas Tiger y Rory estarán sobre el tee del 10 del Abu Dhabi Golf (7,40 hora local, tres horas menos en la península). Si Nike quiere pagar lo que paga a estos monstruítos no seré yo quien ponga el grito en el cielo, por más que me encuentre en una deprimente cola de aeropuerto.
Cualquiera se da cuenta de que algo no va bien, no cuadra… Más de 40.000 euros al día es mucha tela. Fijos de uno, dos o tres millones de dólares son mucha tela.
Pero la culpa no es de Woods ni de McIlroy, digo yo. Ellos la zurran que es un primor y tampoco van a pararse a preguntar…
Y yo estoy aquí para contarles cómo y hacia dónde endiñan los mozalbetes. Y Gonzalo, que sale en el partido inmediatamente posterior. Y Rafa, y Pablo, todos en fila. Y todita la Armada, en definitiva, que la sociología y la antropología no son lo mío.
Y mucho menos la demagogia.
Me espanta tratar de adivinar la que les espera a estos asustados hombrecitos que marchan detras de mí, cierto, pero ahora me toca Golf y gira del Desierto. Ya arreglo el mundo otro día.
O el año que viene.
