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Mi primera semana sola

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Qué fácil resulta acostumbrarse a lo bueno, y qué poco tiempo lleva hacerlo. Tres semanas en Miami y primer día de frío. Primer día desde el 11 de diciembre que llegamos a territorio americano que me pongo un pantalón largo.

La gente ha sacado las bufandas, botas, gorros de lana… y todos quejándonos de esta ola de frío, que por cierto, sólo padeceremos hoy, porque mañana vuelta otra vez a la normalidad. Estamos hablando de un frío de 10 ó 12 grados, del que se me ha ocurrido quejarme hace un rato hablando por teléfono con mi prima Marta, que vive en Carolina del Norte y está a ¡-22 con sol!

Así que no me voy a quejar más, que al menos los niños han empezado el cole, y poco a poco vamos estableciendo una rutina en casa, y empezamos a tener sensación de normalidad. Normalidad que ha empezado con la partida de Gonzalo al Volvo Champions de Sudáfrica. Primera semana sin él en casa, y admito que cuando salió por la puerta el domingo me sentí un poco agobiada, porque además de al calor, me había acostumbrado a tenerle en casa.

Los dos estamos habituados a pasar mucho tiempo separados, pero cuando no estás en tu entorno y con tu gente es diferente. La sensación me duró exactamente cuatro minutos, que fue lo que tardó Gonzalito en pedirme que fuéramos a montar en su bici nueva que le trajeron los Reyes, que celebramos el 3, para que pudiera estar Gon. Teniendo en cuenta que hemos dado ya varias vueltas a la isla a pedales, podemos considerar la bici ¡una muy buena inversión! Aunque bueno, también nos ayudará a perder los kilillos que seguro que hemos puesto (por lo menos yo) desde que llegamos. Para ayudar a concienciarnos, estoy pensando en hacerme con esta vajilla, a ver qué os parece…

El sábado antes de irse, Gonzalo tenía que grabar un anuncio para uno de sus patrocinadores, Srixon. En teoría iban a ser dos días de rodaje, pero al final decidieron concentrarlo todo en uno, y empezaron a las siete de la mañana en Crandon, el campo de golf público de la isla. Muchas tomas y muchas repeticiones desde distintos ángulos, pero tengo que decir que he visto alguna imagen medio editada de cómo va a quedar y el resultado no va a decepcionar a nadie. ¡Si de algo saben estos americanos es de crear espectáculo!

Hacia las 5 de la tarde vinieron a casa, porque querían sacar algunas imágenes con los niños y conmigo, y los vecinos alucinando cuando empezaron a llegar coches, un camión, los cámaras, el director… aunque luego nos enteramos de que la noche anterior habían ido a todas las casas de nuestra calle a avisar de que al día siguiente grabarían, por si les causaba alguna molestia.

Luego tuvimos que simular que era el cumple de Gonzalito, y los niños no daban crédito cuando entraron en la cocina y estaba todo lleno de globos y con una tarta preciosa. Menos mal que no hay nada que les divierta más a los tres que soplar unas velas, porque hubo que repetir la toma varias veces, y además cada vez añadían más velas por temas de iluminación, con lo que les resultaba más complicado apagarlas. Los niños se portaron fenomenal, y todo el mundo quedó encantado con el resultado, que verá la luz en unos meses.

El pobre Gon acabó agotado, porque nada más terminar tuvo que ponerse a hacer maletas para el día siguiente, nada menos que 15 horas de vuelo hasta Durban. Pero estoy segura que lo hará bien esta semana, como recompensa a la paliza que se ha pegado en las últimas.

¡Ojalá tenga que escribir una entrada el domingo, porque será muy buena señal! 🙂