Si lo que quiere Tiger Woods es impresionar al personal, asustarnos a todos, vaya si lo está consiguiendo. Su juego es un prodigio de precisión en estos momentos. Y cuando falla, recupera, y casi no hay manera de verle tripatear, y su actitud en el campo…
Casi va levitando de pura concentración, como si anduviera permanentemente ‘encerrado’ en lo que Ben Hogan llamaba ‘the zone’, ese área mental de absoluta abstracción, serena y limpia (cuenta una leyenda que en una ocasión Hogan no llegó ni a darse cuenta de que su compañero de partido había hecho un hoyo en uno, de tan absorto que andaba en lo suyo).
Tiger será lo que ustedes quieran, además del mejor jugador de mundo, pero tiene muy poco de charlatán, iluso o trolero, y, según se cuenta desde Estados Unidos, habla de la posibilidad de ganar el Grand Slam con una naturalidad pasmosa. Sólo él puede saber las fabulososas sensaciones que está experimentando en el campo de práctica… Lo dicho: asusta.
El angelito, además, no está del todo satisfecho con su rendimiento en el Buick porque no cogió las calles que debiera. Pero su putter echa humo y, para colmo, en la última ronda del Buick se permitió el lujo de hacer probaturas aquí y allá, seguramente pensando en el Open Usa de este año, que se disputa en el mismo campo (Torrey Pines, si bien para entonces habrá sufrido las pertienentes modificaciones 'made in USGA'…).
Ganó de calle su torneo, el Target, en diciembre. Y en el retorno de enero ha ampliado aún más su dominio… Son todo malas noticias para los que aspiran a meterle chinitas en los zapatos. Veamos que tal le sienta el cambio de esenario al European Tour. Como siempre, confiamos en la Vieja Europa…
