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Dubuisson, de Hervé a Victor

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Fútbol, rugby, carreras de caballos… El baloncesto y el golf son deportes con un rango menor en Francia, sin punto de comparación con los citados. El balón naranja y la bola blanca tienen un nexo en las Galias: Dubuisson.

Espíritus libres, indomables, precoces, talentos puros, artistas y apocados convertidos en insaciables tiburones cuando disfrutan de sus pasiones, Hervé y Victor, tío y sobrino, se saltaron de un plumazo las etapas lógicas en la carrera de un deportista de élite, con la salvedad de que el primero competía en un equipo y el segundo va por libre. La trayectoria de Hervé de ayer recuerda el devenir actual de Victor.

Según la pormenorizada biografía detallada en el reportaje de solobasket.com titulado Entre la libertad y la anarquía, el escolta debutó en la máxima categoría con 15 años y colgó las botas en el 99 con… 42. «No concebía la parte colectiva del baloncesto», resalta el autor de Hervé, que todavía lleva a gala varios récords en la selección bleu como partidos jugados (254), puntos anotados (3.821) e internacional más joven de la historia (15 años y 9 meses). Excelso tirador (12.557 puntos en la liga francesa), el trabajo defensivo y el engranaje coral de formar parte de un grupo de cinco jugadores nunca estuvieron entre sus preocupaciones. Logró cinco veces más de 50 puntos en su país y le ganó el pulso a Gallis (51 contra 36) en un encuentro internacional frente a Grecia. Probó en una liga de verano con los Nets, pero no daba el perfil, al contrario que su sobrino, que ha conquistado América nada más aterrizar. Pudo escalar mucho más alto y se quedó e un fabuloso jugador de baloncesto más allá de los Pirineos.

De Victor estarán ustedes más informados y no negarán ciertas similitudes. Apodado El Mosquetero por la prensa anglosajona, con cerca de 24 años (los cumple el 22 de abril), tiene para escribir un libro. Con ocho años jugaba al golf con su abuelo; con 10 abandonó la escuela y se dedicó a darle a los palos; de carácter tímido y rebelde, se salió de los planes para jóvenes talentos de la Federación Francesa; fue uno de los mejores del mundo en categoría amateur; su primer título como profesional llegó hace unos meses en un torneo de muchísimo nivel con Tiger Woods entre los participantes; tras su actuación sublime en el Accenture amarró la tarjeta para el PGA Tour y, sobre todo, un lugar de privilegio en el equipo europeo de la Ryder, aunque habrá que ver con quién lo coloca McGinley…

«El cielo es su límite», ha dicho Jean van de Velde de él; «Dubuisson es de otro mundo», lo alaba Gregory Havret. En Francia, huérfana de jugadores top en la élite mundial históricamente, advierten no sólo que desde Arnaud Massy, ganador del Británico en ¡1907!, no han visto nada igual, sino que la figura de este autodidacta con virtudes para ser una estrella planetaria puede duplicar en 2025 las licencias de golfistas en el país galo, pasando de 500.000 a un millón, amén de resaltar su relevancia con vistas a la Ryder Cup de 2018.

Rompiendo barreras que para la mayoría son infranqueables, los paralelismos entre Hervé y Victor ahí están. Es tan así que el estajanovismo no corre por las venas de los Dubuisson. «Algunos me critican por no entrenar; me aburre, perturba mi juego», lanza el golfista, un verso suelto en este deporte tan pautado y milimétrico en el que ha irrumpido un jugador fresco, a quien algunos comparan con Seve (habrá que ver si es flor de un día o estos seis meses de ensueño tienen continuidad), con un swing tan natural como la suspensión a cinco metros del aro de su tío.