No se cuántas semanas (o meses) quedan exáctamente para que comience la temporada de Fórmula 1. Pero en los telediarios y en las páginas de todos los periódicos de tirada nacional (prensa deportiva o no) van apareciendo ya las presentaciones de las diferentes escuderías…
Apellidos como Ecclestone, Todt o Kovalainen forman ya parte del acervo cultural español. Hamilton es temido, admirado, hasta odiado… Alonso pasa de héroe a villano en diez minutos…
Cualquiera te comenta hoy que el circuito de Magny Cours le va bien a los Ferrari y espantosamente mal a los McLaren, o que el de Indianápolis es un 'mojón'… Los mitos de Senna o Prost reverdecen y se agigantan.
Y todo esto en muy poquito tiempo. En unos añitos. La fantástica bola de nieve ha ido creciendo y creciendo en paralelo junto a la carrera impresionante de Fernando Alonso. Antes se hablaba en los bares del 4-4-2 del equipo de turno y ahora se escuchan comentarios del tipo "este cabrón va a repostar sólo una vez…", o "hay que ver que poca fiabilidad tienen los Renault este año" (su amigo que responde: "que va, que va, ha sido un problema de aerodinámica").
Y los grandes aficionados al golf nos morimos de la envidia. ¿Llegará a pasar todo esto algún día con nuestro deporte? El efecto Severiano dio un gran empujón. Pero nos falta algo más. ¡A por ellos, que son muchos e influenciables!