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Lara, la Vieja Escuela de golf y el gobierno de las sensaciones

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Este valenciano de 33 años sólo presume, si se puede decir así, de una cosa: "soy un hombre de golf puro y duro. Jugaré mejor o peor, pero conozco este juego a fondo…

Y conozco hasta dónde puedo llegar. Por eso no me veo saliendo al campo cada semana con el único objetivo de pasar cortes, porque yo sé que mi juego debe estar por encima de eso". Estas palabras son sólo un pequeño resumen de unas declaraciones suyas a Tengolf  en el transcurso de una amplia entrevista de este mismo año.

Créannos: no había ni el menor síntoma o deje de prepotencia en sus palabras ni en el modo de decirlas. Los hechos, en realidad, demuestran que no se equivoca demasiado. Y ahí está su flamante triunfo del domingo.

Su manera de pensar y de vivir el golf coincide con el llamado perfil de la Vieja Escuela de este deporte.   "Soy golfista de la vieja escuela, de los antiguos, siendo joven, pero de la escuela antigua. Hombre, no vengo de la escuela de los caddies pero sí me parezco a ellos en que sólo he jugado al golf. Tirar bolas y bolas..", explicaba.

¿Y en qué consiste eso de la Vieja Escuela?  El abanico de perfiles es amplio, y no todo es blanco o negro, pero entre otras cuestiones podríamos definirlos como jugadores de sensaciones y con un punto autodidacta muy acusado. Esto no significa que trabajen menos horas;  de hecho, en ocasiones y momentos puntuales ocurre lo contrario, y también tenemos ejemplos de jugadores de la Vieja Escuela que destacaron por su estajanovismo en el campo de prácticas (Gary Player o hasta el mismo Ben Hogan). Pero sí que se dejan guiar más por el instinto a la hora de planificar, y hasta de jugar.

Un buen lema de la Vieja Escuela podría ser: 'un cubo más de bolas, o incluso un cubo menos, puede ser mejor que cualquier lección teórica'.

Tiger Woods ha portado estos años el estandarte de los nuevos tiempos del golf. De la Nueva Escuela: planificación extrema de un trabajo en equipo. Pero Tiger es también puro talento y sensaciones, no lo olvidemos. Como casi siempre, en el punto medio está la virtud. Y en esas anda José Manuel Lara, a quien la experiencia de los últimos 18 meses le ha enseñado de primera mano que los nuevos métodos, lo que pueden aportar es un punto más de regularidad, de eficiciencia, un asa al que agarrarse cuando llegan las vacas flacas.

Lara está convencido de que va a ser un jugador distinto de ahora en adelante. Nuevos tiempos que pasan por mantener esa fe ilimitada en su profundo conocimiento del juego y de su propio swing, aderezados seguramente con asesoramientos puntuales y específicos. Todos los jugadores de golf, al fin y a la postre, se mueven por sensaciones. Pero los mejores son aquellos que pueden llegar a gobernarlas. A manejarlas.