La escena se produce en el aeropuerto de Atlanta. Delegación potente del Circuito Europeo. Al frente George O’Grady, director ejecutivo del Tour.
Junto a él, Ken Schofield, su antecesor en el cargo y uno de los grandes responsables del crecimiento y desarrollo del circuito. Emprenden el regreso después de una intensa semana en el Masters de Augusta. A punto de pasar por el pertinente arco de seguridad hacia la zona de embarque tiene lugar un bonito encuentro. Allí está Manolo Piñero.
Y, claro, muchos abrazos y charla de golf. Golf y reglas. El caso Tiger Woods está en boca de todos. Ha dado la vuelta al mundo y los jefazos del Tour también tienen su opinión. Son políticamente correctos. Es difícil que vayan a meterse en contramano y, mucho menos de forma pública y contra Augusta. Pero sí podemos decir que la decisión de mantener a Tiger en el torneo tras su dropaje incorrecto es acogida con extrañeza. Mucha extrañeza y escepticimo. Pero bueno, insistimos, no habrá pronunciamiento público.
No obstante, el cogollo de la historia llega diez minutos después de estar hablando sobre Tiger. Schofield agarra en un aparte a Piñero y le dice: «Manolo, vosotros lo hicistéis posible. Sé que te lo he dicho muchas veces, pero no me canso. El Circuito Europeo es lo que es hoy por aquella generación de españoles», señala. Se refiere a los Piñero, Cañizares, Ballesteros, Garrido, Rivero…
No es la primera vez que lo dicen. Pero si ellos no se cansan de recordárselo a los españoles, no seremos nosotros los que no lo reflejemos cada vez que haga falta. Llena de orgullo pensar que de alguna manera nuestro golf fue pionero en un mundo dominado por los británicos.
Evidentemente, el papel fundamental de nuestros jugadores fue, sobre todo, a través de la Ryder Cup. Los españoles con Seve al frente relanzaron una competición que a día de hoy es el gran motor del circuito europeo y por lo que estarán eternamente agradecidos. Y nosotros lo recordaremos.
