Como es de ley, la atención suele centrarse en el ganador del torneo de cada semana. Branden Grace, por ejemplo. Pero siempre quedan historias en el tintero, aunque uno haya finalizado en el puesto 63º del Alfred Dunhill Links…
Ese fue el caso de Pablo Martín Benavides. El joven jugador malagueño atraviesa por el momento más complicado de su carrera, en lo que a resultados se refiere, puesto que anda de momento muy lejos de las cantidades mínimas que se exigen para mantener la tarjeta (su déficit respecto al puesto 115º de la Race, el que marca la frontera, es de algo más de cien mil euros…). Nada que no se repita cada año en muchos jugadores: la igualdad es máxima y cualquier descenso acentuado del nivel de confianza puede poner en un aprieto a cualquiera…
Sin embargo, quizá haya cambiado algo para Martín desde el triunfo de Europa en la última Ryder y, más en concreto, con la aparición majestuosa de Ian Poulter de principio a fin en el duelo a muerte de Medinah. A través de las redes sociales Pablo expresó toda su admiración por el inglés, después de su soberbia actuación el sábado de Ryder: «Ian, tú siempre serás mi héroe», escribió. En realidad, expresó su admiración y algo más: «me has hecho amar el golf otra vez», llegó a sentenciar el español.
Dicho y hecho. Quizá no deslumbre demasiado ese puesto 63º en el Alfred Dunhill de la pasada semana. Pero el asunto cobra algo más de peso si se entiende que Pablo Martín no pasaba un corte desde el pasado mes de junio, en Wentworth. Además, llegó a protagonizar momentos verdaderamente estelares en los links escoceses. Como esos 30 golpes con los que solventó sus segundos nueve hoyos del jueves en el Old course, o aquellos cinco birdes con los que abría su segunda ronda en Carnoustie el viernes, saliendo por el hoyo 10. La irregularidad o la falta de consistencia en momentos determinados son todavía su caballo de batalla, pero al menos es probable que algo se haya removido dentro de él…
