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Sergio, los sábados y el modelo de Luke Donald

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Sergio García ha competido ya en once torneos en 2011. Ha pasado todos los cortes y no ha bajado del puesto 35º, lo que sin duda es una notable muestra de regularidad…

Sergio está ahí. Su recuperación para el golf de alta competición es un hecho. Aparece entre los mejores. Desde un punto de vista puramente técnico, se le han visto este año rondas de golf que recordaban al mejor Sergio García. Eso es indiscutible. Su trabajo marcha por el camino correcto. Nos atrevemos a afirmarlo con rotundidad juegue o no juegue el US Open y el British.

Sin embargo, prácticamente, aún no ha podido disputar ningún domingo los últimos nueve hoyos con opciones reales de victoria. ¿Por qué?

La jornada de los sábados se ha convertido en un serio obstáculo para el de Borriol. Esto es lo que dicen las estadísticas. Frías y simples. Demasiado simples, quizá, pero ahí están para quien quiera analizarlas.

Números contantes y sonantes:

-El acumulado de García los jueves de 2011 arroja un registro de (-29). Pongámoslo con letras: veintinueve bajo par.

-El acumulado de García los viernes de 2011 arroja un registro de (-30). Treinta bajo par.

-El acumulado de García los sábados de 2011 arroja un registro de (+10). Diez sobre par.

-El acumulado de García los domingos de 2011 arroja un registro de (-10). Diez bajo par.

Es normal y habitual que los sábados (y los domingos) el resultado de cualquiera sea sensiblemente peor que el de los jueves y los viernes. La presión sube enteros y la preparación de los campos en las rondas finales es normalmente más complicada; ambos factores, entre otros, aprietan lo suyo e influyen en las tarjetas. Nada que objetar en este sentido. Pero atendiendo a estas cifras, sí parece que el escalón es demasiado pronunciado en el caso de Sergio.

Más datos:

-De las once rondas DE SÁBADO que ha jugado Sergio García en 2011, en ocho ocasiones terminaba entregando tarjetas sobre par. Y sólo ha firmado dos 'sesentas' (69 en Qatar y 67 en el Colonial).

-De las 22 rondas DE JUEVES Y VIERNES que ha jugado Sergio García en 2011, en 17 ocasiones lo ha hecho bajo par. Pero es que, mucha atención, en 16 de esas 17 rondas finalizaba como mínimo tres bajo par. Con poderío.

No podemos hablar tampoco de cifras o conclusiones absolutas, puesto que cada torneo es un mundo y las condiciones meteorológicas, por ejemplo, juegan un papel personal e intransferible cada semana. El sábado del Byron Nelson, sin ir más lejos, se disputaba bajo un vendaval. Pero sí son registros lo suficientemente nítidos como para aventurar alguna moraleja.

Y moraleja sólo hay una. Por supuesto, tiene que ver con la parcela psicológica o emocional. El juego de Sergio García está en la actualidad, sin lugar a dudas, a la altura de cualquier top-ten mundial cuando los niveles de presión son medianos. Pero su grado de confianza disminuye sensiblemente cuando se disparan las mejores expectativas (situación que en golf suele darse con asiduidad los sábados entre los mejores jugadores…).

Todo ello forma parte de un proceso muy complicado. La confianza y el autocontrol de las emociones no se compran en el mercado. Tampoco la autoestima deportiva. Ni siquiera pueden entrenarse a pico y pala en el campo de prácticas. Se pierden por mil motivos: hastío, cansancio físico y mental, acumulación de accidentes y resultados negativos… Y aún no se ha encontrado una 'vacuna rotunda' para tal enfermedad.

El mismísimo Tiger Woods ha sufrido en los últimos tiempos un desequilibrio emocional que le ha alejado de los triunfos.

Cada cual se las arregla como puede y la receta que a uno le vino bien quizá no le valga a otro. No obstante, es un hecho comprobable (y cuantificable) la evolución y profesionalización de los psicólogos deportivos y entrenadores mentales.

Que se lo pregunten a Luke Donald desde que comenzó a trabajar con Dave Alred. Precisamente, la especialidad y el sistema de Alred como entrenador consisten en la recreación de situaciones de presión (él destacó antes como preparador mental de los pateadores de rugby y acaba de introducirse en el golf profesional).

Dijo Donald al finalizar el pasado BMW en Wentworth como ganador del torneo y flamante Número 1 del mundo, cuando le preguntaron por Dave Alred: "él ha sido una gran influencia. Desde que está en mi equipo mi juego ha ido creciendo y creciendo. Él hace un gran trabajo en la práctica del juego recreando situaciones bajo presión, igual que hace con los pateadores de rugby".

Donald no es a día de hoy un cualquiera precisamente… Y tiempo atrás no era tampoco un prodigio de dureza mental. Su inversión de tiempo, esfuerzo (y dinero) en Alred no puede arrojar hoy mejores dividendos.