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Ayer la lié buena…

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Por David Durán

“Ayer la lié buena. Soy el monstruo de la consistencia…”

Me lo decía Pablo Martín el viernes de la semana del pasado Castellón Masters, 22 de octubre de 2010, mientras caminaba junto a James, su caddie, en el tramo que separa el green del 16 y el tee del 17 del Club de Campo del Mediterráneo. Compartía partido con Paul McGinley y Todd Hamilton.

En efecto, el jueves había firmado una tarjeta de ‘purita’ tempestad: dos triples bogeys, dos dobles bogeys, tres bogeys y cuatro birdies… Total: un 80 inmisericorde. Un palo detrás de otro, porque cuatro días antes apuntaba a ganador del Portugal Masters en el tee del hoyo 13 del domingo, antes de que un final de vuelta caótico desbaratara cualquier opción de triunfo.

“Ayer la lié buena…”. Lo decía con una sonrisa furtiva, casi de compromiso, resignada, pero con evidente buen humor. Humor negro, pero buen humor al fin y al cabo. Venía este viernes, sin embargo, rompiendo el campo. El corte estaba perdido y al menos se dio el gusto de dar rienda suelta al torrente de adrenalina.

McGinley y Hamilton, por ejemplo, intercambiaron disimuladas miradas de asombro en el tee del 1 (habían salido por el hoyo 10), un par 4 más bien corto (no llega a 350 metros) con dog leg a la izquierda, en el que lo normal para los profesionales es salir con una madera 3. Intercambiaron esas miradas porque Pablo había reventado el driver en el tee, buscando ángulos casi imposibles con el objetivo de llegar a green acortando por la izquierda del hoyo… El tiro había salido como un cañón y los tres sabían que esa bola estaba larga, muy larga, y cerquita del green. Brutal. En efecto, reposaba en el rough, corto de green por la izquierda, a unos siete metros de la bandera.

“Soy un monstruo de la consistencia…”. Ironía abierta y directa en plena ronda de competición. No es un jugador consistente, él lo sabe, pero el día que lo sea ya pueden ir todos atándose los machos.

Al respecto, merece la pena un apunte: cualquier laureado profesional de golf te dice que el principio fundamental de la consistencia en el juego pasa por la correcta aceptación de los errores. Después del triple bogey en el hoyo 17 de Leopard Creek el pasado domingo, Pablo Martín eligió la senda correcta, tal y como explicaba con el trofeo bajo el brazo: “me dije que eso tenía que dejarlo atrás, que la había cagado en el 17 y ya está, que tenía que aceptarlo y ponerme a tope en el tee del 18..”. Lo dicho: que se vayan atando los machos.