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Bubba o el swing de Lucky Luke

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¡Ea! Un tío alto que pasa poco por el gimnasio, que le encanta arreglarlo todo a base de slices o hooks y que remata la faena haciendo el swing que le da la gana.

 

¿A quién le suena este diálogo?

MADRE: ¡¡Javier!! ¡Esto está todo por medio!

HIJO: ¡Nooo! No toques nada por favor, que yo sé donde está todo.

Típico, ¿verdad?

Pues esa era la respuesta que decía el subconsciente de Bubba Watson cuando era niño y el profesor de su club intentaba una y otra vez que mantuviera sus pies quietos, que no subiera tanto el palo, que no se agachara tanto en la subida… O vete tú a saber qué volteretas hacía el muchacho en el swing con ocho años. Pero lo que está claro es que desde muy pequeño, visto lo visto en el swing que se gasta, Bubba Watson era uno de esos niños virgueros que no hacen «ni caso». Si es que alguna vez vio a un profesor en su vida.

No obstante, aunque parece que no hay orden en su swing dentro de esa actitud de poca disciplina técnica, la realidad es que aquí, los que no entendemos el orden somos los espectadores desde el sofá de casa. Porque, efectivamente, Bubba sabe dónde está todo, y esto no es una frase hecha porque haya ganado otro Masters, esto se debe a que es un jugador que sabe lo que hace y además lo puede explicar.

No es fácil que un jugador sea plenamente consciente de por qué su estilo se perfila de una forma u otra, pero en cambio Bubba, si le preguntan por qué pega más fuerte que los demás, sí sabe describir perfectamente sus secretos a base de amplitudes, planos altos y una gran retención de sus palancas de fuerzas hasta el punto del impacto… por citar sólo algunos aspectos. Y todo, desde un lenguaje propio y lejos de las frases técnicas de los profesores. Alguien que sabe hablar de dónde está todo es alguien que no vive en el desorden.

Bubba es un tío ‘ordenado’ dentro de su swing desordenado.

EL SWING DE BUBBA WATSON DENTRO DEL «BOX DE IH»:

Aquí tenemos un swing que asume riesgos, que tiene muy claro que, dentro de un equilibrio entre precisión y máxima potencia, lo suyo es llegar a los greenes antes que los demás, y si se desvía de la ruta ya se inventará una gran solución mediante golpes que impresionan con efectos laterales de gran magnitud.

Este swing es todo potencia y alta precisión, y se va reajustando sobre la marcha para encontrar el golpe empalado. Por la tele, bien, pero muy poco recomendable para el resto de mortales.

Si alguien tiene el valiente impulso de intentar imitar este swing en su club, que empiece por querer mover el palo a 124 millas por hora. Llegado a esa velocidad podrá ver que sorprendentemente el swing que está haciendo es muy parecido al de Bubba Watson.

Máxima velocidad:

Subida: Este swing no tiene reparos a la hora de poner toda la carne en el asador, alcanzando así una posición de lanzamiento muy agresiva, similar a la que vemos en los tacos de salida de una carrera de 100 metros lisos.

Este swing busca una mayor extensión muscular de lo normal y, por ello, combina una hiper rotación de hombros, una extensión de hombros igualmente aumentada a través de un plano vertical llevado al máximo y una palanca de fuerza con ángulos muy cerrados para que el recorrido en el paso por bola sea el más largo posible y así se pueda alcanzar la mayor velocidad posible.

 

En el fotograma de la izquierda pueden observar cómo la inclinación del brazo derecho del jugador no corresponde con el área de la bola, mientras que en la línea roja se marca la inclinación que debería tener su brazo (plano neutro).

En el fotograma de la derecha marcamos en color amarillo una rotación de hombros muy amplia y una palanca de fuerza entre el palo y el brazo derecho con un ángulo extremadamente cerrado (entre muchos otros detalles). Las líneas rojas, por su parte, corresponderían a una rotación y palanca de fuerza media entre los jugadores de su nivel.

Con esta diferencia notable consigue aumentar el recorrido muscular para alcanzar más velocidad en el área del impacto.

Bajada y paso por bola: La arrancada esté fuera del alcance de cualquier jugador de golf, ya que tiene que usar su tren inferior (piernas y caderas) con una máxima anticipación a su desgiro y transacción de peso para poder mantener los ángulos formados en sus brazos y hombros (palancas de fuerzas) hasta el área del impacto.

 

En el fotograma de la izquierda podemos observar el lugar desde donde va a iniciar la bajada del swing, y la brutal palanca que está formada por el brazo derecho y el palo de golf. Y en el fotograma de la derecha podemos apreciar cómo efectivamente es capaz de provocar la extensión total de sus palancas en un punto posterior al lugar de la bola. Así, desde el momento del primer contacto de la bola con la cara del palo, hasta que se comprime, más tarde se descomprime y finalmente abandona el contacto saliendo despedida, el jugador consiguió hacer que el palo estuviera en continua aceleración.

Control limitado:

La gran penalidad de este swing es la dificultad extrema de tener un control regular y repetitivo del golpe.

Sin embargo, Bubba, descaradamente, actúa como si fuera un famoso caballero medieval único a la hora de montar a un caballo indomable, sólo él hoy por hoy se presenta con un swing más digno de competiciones de drives más largos, que de campeones del Masters de Augusta. Él es capaz de hacerlo.

Subida: Toda esa preparación muscular y espacios amplios que presentaba el jugador en la subida, se vuelven en su contra cuando parece un conductor en apuros haciendo la prueba de alcoholemia a la pata coja. Ahí anda… intentando tener equilibrio.

Ese plano tan extremadamente vertical y esa rotación superior del tronco se transforma ahora en un desequilibrio que le lleva a perder la estabilidad de su columna, colocándose en un inclinación mayor que le hace restar distancia ante la bola (acercándose contra el suelo) y que de alguna manera deberá encontrar soluciones durante su bajada para volver a recuperar la distancia perdida.

 

La hiper rotación de la subida por parte de sus hombros arrastra a sus caderas lo suficiente para que la rodilla se doble mucho y le haga perder estabilidad, favoreciendo de este modo una notable caída del torso.

En los fotogramas de la izquierda y centro podemos observar a través de la línea de color amarilla situada en la cabeza del jugador, desde que posición parte en la colocación y dónde acaba finalmente tras el backswing. Esa diferencia tendrá que ser compensada de alguna manera durante el paso por bola para encontrar el golpe certero.

Bajada y paso por bola: Aquí es donde realmente tiene que demostrar su virtuosismo para ‘domar al caballo’. Por un lado, tendrá que luchar contra un plano demasiado alto (verticalidad de la subida) que no se corresponde con el lugar donde se encuentra reposando la bola para poder golpearla de forma sencilla, y por otro tendrá que recuperar esos centímetros que ha perdido al agachar su cuerpo debido a una subida demasiado prolongada. ¿Cómo lo hará?

 

En el fotograma de la izquierda podemos observar que la línea amarilla no apunta a la posición de la bola y que la rodilla está sumamente flexionada. Por contra, la línea verde marca la posición ideal que debería tener para golpear a la bola de la forma más sencilla.

Mientras, en la derecha apreciamos que a medio camino de su bajada, Bubba tiene el plano de su swing totalmente bajo control (coincidiendo el palo con la línea verde anteriormente mencionada). Ahora sí está orientado hacia la bola y tiene el trabajo casi hecho. Este ‘milagro’ se produce gracias a un movimiento rápido, prolongado y peculiarmente anticipado de sus piernas… 

 

En esta imagen vemos que para terminar la ‘faena’ y someter al caballo salvaje inclina su cuerpo en la subida, con un desgiro y transferencia del peso por parte de piernas y caderas muy potentes, lo que le ayuda a despedir la energía hacia el suelo con la violencia suficiente para que le obligue a elevar la posición de su cintura hacia arriba hasta obtener esos centímetros de más que necesita para compensar y empalar la bola. ¡Puro espectáculo!

 

Y por último, aquí podemos ver la elevación de su talón, precisamente como consecuencia de esa gran energía usada por su tren inferior en el paso por bola.

Consecuencias de este swing:

Lo bueno:

Bubba llega a los greenes por norma general antes que los demás. Hay pares 5 que para él son 4. Donde otros juegan pares 3 terroríficamente largos, que aderezados con viento se convierten en auténticos infiernos, Bubba los ve modo hierro 6…

Una combinación maravillosa para salir al campo con varios golpes de ventaja respecto al resto.

Lo malo:

Bubba necesita una constante finura para empalar su golpe repetidamente y evitar el descontrol debido a sus grandes compensaciones para pegar a la bola.

Y además, a su pesar, la velocidad se vuelve su enemiga a la hora de controlar el spin (efecto). Así, los pequeños efectos se transforman en muy grandes, los golpes con pequeñas brisas en contra se someten a ventiladores que hacen enloquecer a su bola hasta llevarla al cielo y todo eso implica una gran dificultad para acertar con las distancias y los palos.

Por último, los wedges se pueden volver sus enemigos por la problemática de conseguir golpes en línea a bandera, ya que su gran velocidad le obliga a tener que manipular mucho la cara del palo (bajar el ángulo en el impacto) a través de ángulos muy agresivos que producen una gran distorsión a la línea en el momento del impacto (club path) y que finalmente se tiene que optimizar con el lie de su palo para que llegue en tendencias de plano bajo (swing plane).

En definitiva, controlar al caballo indomable está muy bien para echar una carrera una tardecita, pero para montarlo todos los días… ¡Cuidado, Lucky Luke!

Terminamos el trabajo diciéndole a Bubba…

Que si comienza a jugar mal será carne de cañón para los críticos técnicos, y si no habrá que inventar algo para que su cuerpo aguante el ritmo con la edad o mejorar las prestaciones de su seguro de médico.

Mientras que algo de esto ocurra, lo que está claro es que jugadores como él ofrecen un espectáculo que nos pone los pelos de punta.

Sin olvidar que su driver de color rosa contra el cáncer es un gesto que le gusta a todo el mundo, y además hace que mantenga esa actitud de niño de no hacer caso a los profesores en su infancia… PING, usted entregue las cabezas negras a otros, a mí me da la rosa. 

Iván Hurtado Vergara
www.ihgolfacademy.com

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