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Copperfield Fung

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Andanzas y menesteres de un hidalgo caballero español en Asia

La otra noche, en el gueto de Nana Plaza, vi claro que las cosas eran lo que parecían. Vertederos, niños durmiendo contra bordillos a modo de duras almohadas, lumis de cuarta, chuletes de quinta y sobres vacíos a la vera de súbditos británicos frisando los 70 donde se leía el poco romántico eslogan de viagra/fuel.

Asia y sus contrastes, gente acostada en los charcos, docenas descalzos y carteles de veinte metros de alto deseando larga vida al rey. Y si a alguien se le ocurre decir algo, le hacen la prueba de cuánta arena le cabe en la boca o, simplemente, desaparece para siempre.

Así son las cosas. El encanto y el peligro de subirse a un taxi y no saber si es o no es, si se perderá queriendo o sin querer o si parará en medio de un terraplén solicitando amablemente el doble del precio pactado. Somos jugadores de destino, poco nos importa el peligro, lo tenemos asumido. Venimos para ganarnos la vida en el golf y aunque haya que ir al campo andando, llegaremos. Caddie, raza o ralea con siglos, datados ya con Andrew Dickinson, considerado el primer caddie de la historia en 1688.

He conocido cardiólogos, neurocirujanos, embajadores y cientos de directivos, pero los humanos más ocurrentes y listos que conocí jamás fueron caddies. No serán los más ricos, bueno a veces sí, que Gareth Lord, alias Lordy, suma un millón y medio de dólares con Stenson este año, y a veces no. A veces, también son personas sin suerte, como en todo.

Hoy disfrutamos de un caddie excepcional, aunque de momento lo dejamos en el anonimato. Es uno de los mejores de Malasia, un diez en colocación, paciencia, psicología, persuasión y análisis del riesgo. Trabaja para Nicholas Fung, aunque habría que llamarlo Copperfield Fung, un jugador malayo joven, seguidor del cómic manga, con estética rompedora y extraordinaria habilidad. Es capaz de frenar la bola cuesta abajo en arriesgados chips de la escuela thai, interpretados con su peculiar estilo, sin duda, aunque en Asia sus seguidores son legión.

En Europa es un desconocido aún, pero al tiempo. Seguirle una vuelta raya lo epicúreo. Se ha puesto cinco abajo en diez hoyos como jugando a Nintendo golf, con un despliegue de putt brutal. Luego dejaron de entrar y firmó un 68. No obstante, se notó por qué ganó la Segunda Division de Asia, conocida como Develoment Tour. Nació en mayo del 90, ya suma 97.000 dólares en el Asian Tour y 53.000 en la división de plata y tiene pinta de money printer de juntarlas con pala.

Y atención todos, porque la obligacion de que una de las ‘wild cards’ del Asia-Europa de marzo sea para un jugador malayo, por disputarse en su tierra, lo va a poner en los focos en 120 días. Aunque aquí se lo contamos ya, antes, como siempre.











«Y bien», dijo el propietario de Amata Spring. «Me voy a hacer una casa aquí, para que cuando venga mi suegra tenga su cuarto para hacer frivolité y este ‘agustito’». Y se la hizo, porque este es menudo, y en hacer moradas no hay que echársela, porque es de los que menos de tres baños y un aseo ni se lo plantea. Eso sí, le tiene dicho al pueblo que él de crisis ná de ná.

Mañana contaremos el desenlace en Amata Spring y hablaremos con Daly para que nos deje sus impresiones. Un saludo a los lectores de Ten Golf.

Mr. Locker Room Insider Asia