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El cruce

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Joost Luiten. © Golffile | Eoin Clarke
Joost Luiten. © Golffile | Eoin Clarke

Uno aprende de golf en Sotogrande. Mucho. En la comarca desde el 97 se mama este deporte desde que los críos son pimpollos rollizos. Hablan de palos, de vientos, de efectos, de jugadores y hasta de las abundantes bellotas que rocían el suelo sanroqueño… Enciclopedias andantes de golf. Esta sabiduría popular se aprecia con nitidez en un cruce de caminos maravilloso, donde pegas la oreja cuando el resto pega la hebra y te vuelves a la sala de prensa pensando que un día podrías llegar a ser bueno… como caddie.

Esta encrucijada de Valderrama la conforman el green del 11, el tee del 12, la llegada del 14 y la salida del 15. Menudo vaivén. Lo mismo aparece Belén Mozo sola para seguir el torneo que los padres de Sergio García, Pablo Larrazábal o Nacho Elvira; igual se asoman entrenadores que agentes, aficionados sabelotodo (no va por ti, Liaño) y motivadoras esposas; también en esta confluencia puedes enterarte, va en serio, de negocios inmobiliarios o bursátiles y toparte con una legión de vascos que no querían perderse el  primer torneo de Rahm en España (la cita perdió a un jugadorazo y a su fiel hinchada para el fin de semana).

Y allí he pasado horas y horas entre jueves y viernes. Presencié el tirazo ayer a green de Harrington en el 11, o la mala salida hoy de Fernández-Castaño en el 12, el approach certero en la segunda ronda de Kaymer en el 14 o el enorme birdie de Sullivan en el 15. El privilegiado lugar ofrece estampas de coco y huevo, como un señor de no menos de 80 años, vestido como un golfista de época y de cháchara con el móvil (“me miras el número, hijo, que me he dejado las gafas…”) o un voluntario en mitad de la calle del 14 tumbado sobre el césped para marcarse unas flexiones y puedo prometer y prometo que no había una moza cerca para impresionarla.

Total, habré merodeado por la zona no menos de seis horas entre ayer y hoy. 360 minutos.  21.600 segundos. Un buen rato, vaya. Pues el menda se ha perdido un golpe legendario: el albatros de Luiten en el 11, el tercero en la historia de Valderrama. ¿Y dónde me encontraba en ese instante mágico? Desfallecido sentado en el tronco de un alcornoque sudando la gota gorda y pensando en quién será el atlético y zumbado marshal de las flexiones…