Inicio Blogs Firma Invitada El Golf en mi vida

El Golf en mi vida

Compartir

Nunca podré decir que desde que empecé a jugar al Golf a los seis años mi sueño era llegar a ser uno de los mejores del mundo. No. La realidad es bien distinta. Mi único objetivo era disfrutar de todo lo que hacía y sacar buenas notas. Tengo muchos defectos como persona, pero dos grandes virtudes: la pasión y la ilusión por todas las cosas que hago. Creo que la inteligencia emocional es fundamental para lograr todo lo que te propones.

Le debo absolutamente todo al Golf y a mi padre. Me han permitido viajar, disfrutar, conocer gente maravillosa, llorar de alegría y frustración y madurar como persona. Tengo sólo 33 años y me siento muy afortunado por todo lo que me ha pasado, tanto lo bueno como lo malo.

Jugando por diversión y sin darme apenas cuenta logré meterme en los equipos nacionales y jugar muchas competiciones que me ayudaron a desarrollarme como jugador. A los 18 años decidí hacerme profesional. Existía un circuito nacional y yo pensaba que podía ayudarme a seguir curtiéndome y me haría más fuerte.

Desde el año 2000 a 2005 fui ganando experiencia y confianza con la competición y con la ayuda de Ricardo Jiménez. Él me hizo perder todo el miedo que tenía y me cambió la actitud. Gracias a esos cinco años de competición logré pasar la Escuela del Circuito Europeo y jugar el Challenge Tour en 2006. ¡Es increíble cómo trabaja la mente en este deporte a todos los niveles! Algunos días te sale todo y otros no sabes por dónde subir el palo. El caso es que desde enero de 2006 a principios de agosto de ese mismo año logré en once torneos consecutivos hacer novena y tres bajo par y me puse segundo en la Orden de mérito. No sé cómo, pero me sentía en un estado de paz, tranquilidad y absoluto control emocional. Cuando te sientes así piensas que va a ser para siempre y que no tienes techo, pero como ya he escrito antes: La vida da muchas vueltas.

Gracias a esos siete meses de confianza absoluta logré acceder al European Tour y jugar en campos que antes sólo soñaba, con ídolos de toda mi vida. Todo sucedió demasiado deprisa y no tenía suficientes tablas para sostenerme en un circuito tan exigente. A día de hoy me arrepiento de no haber sabido disfrutar más de aquel año. Te obsesionas tanto con los números que a veces no te dejan ver más allá: números de ranking, listas de ganancias, resultados de las competiciones que juega… Mantener la tarjeta se vuelve una obsesión, tienes miedo al fracaso y por culpa del ego que se genera al llegar a esos niveles a veces no escuchas, crees que lo sabes todo y te ciegas.

Mi inexperiencia en 2007 me hizo no obtener los resultados deseados y dudar de todo lo que me había hecho llegar hasta ahí. Me puse en manos de Manuel Piñero para tratar de solucionarlo, pero no era una cuestión técnica sino de confianza en mí mismo. Querer cambiar mi swing para lograr más consistencia, sumado a esa inseguridad que arrastraba me hicieron pasar en 2008 el peor año de mi vida como golfista, hasta el punto de que tuve que retirarme de una competición por culpa de la ansiedad y el sufrimiento que sentía. A día de hoy, le doy las gracias a Manolo por la paciencia que tuvo, y doy gracias de que ocurriera por todo lo que aprendí.

A finales de 2008 conocí a una persona maravillosa que me abrió los ojos y gracias a él volví a recuperar mi esencia, recuperé la pasión y la ilusión de nuevo. Me di cuenta que no competía por mí, sino por los demás. Mi ego se alimentaba del éxito y de sentirme reconocido, y mi felicidad dependía sólo de mis resultados.

Gracias a tocar fondo y vivir el éxito y el fracaso en tan poco tiempo, decidí replantear mi futuro y buscar otras alternativas que me llenaran y me hicieran sentirme realizado. Coincidía que mi padre se jubilaba después de más de treinta años de trabajo como profesor en Golf Almerimar y decidí probar con la docencia. Quería ejercer de profesor para desconectar de la competición y ver si se despertaba el gusanillo de volver. Sólo volvería a intentarlo si me moría de ganas. Era crucial tener ilusión para poder entrenar duro, sino sería imposible.

Empecé en 2010 con la incertidumbre de cómo se me daría enseñar y sobre todo si me gustaría. A día de hoy puedo decir que me encanta enseñar y hacer felices a todas las personas que aman este deporte o desean aprenderlo. He podido fusionar casi toda la experiencia de mi padre como profesor con la mía como jugador y, después de cinco años, estoy encantado de cómo se han dado las cosas. Disfruto mucho de mi profesión compaginándola con jugar de vez en cuando algunos torneos para divertirme.

Desde que ejerzo de profesor siempre he tratado de hacer fácil lo difícil y conseguir que un deporte tan complejo no lo parezca. Enseñar el swing y adaptarme a cada jugador no me ha resultado difícil, pero he tenido un gran problema a la hora de transmitir toda la información que conlleva el funcionamiento del juego dentro del campo. Damos muchos datos y es muy difícil asimilarlo todo en tan poco tiempo. Hace ocho meses decidí crear un manual en el que se reflejara todo lo que me gustaría enseñar a mis alumnos, tanto cuando concedo licencias como a los niños de mi escuela. Después de tantas tardes de trabajo e ilusión por conseguir algo que me funcionara genial, me di cuenta de que este sencillo libro podía hacer mucho bien al Golf y que podía facilitar también el trabajo de mis compañeros de profesión. También he creado un apartado de notas para que todo aquel que lo desee pueda anotar cada detalle que considere interesante. Creo que es fundamental para los que empiezan a jugar que su profesor anote las distancias aproximadas que hacen para que puedan jugar con sentido y disfrutar lo antes posible de este maravilloso deporte.

He intentado que el libro esté equilibrado y facilite la información de la manera más sencilla posible para que la gente pueda salir a jugar sin miedos ni prejuicios.

Doy las gracias a mi padre, Ricardo Jiménez, Manuel Piñero y la familia Escorial por permitirme desarrollarme como jugador y profesor para poder escribir este pequeño libro que espero pueda servirle a muchas personas.