Por David Durán
El Cadillac World Golf Championship será escenario esta semana de la primera reunión de todos los gallos en el mismo corral, el Blue Monster de Doral. El retorno de Phil Mickelson (deslumbrante en Pebble Beach) a la competición, y el toque de corneta del todos contra todos que siempre propone el medal play (en el Accenture un mal día te deja K.O.) sienta las bases de una batalla inédita en 2012…
Porque no falta nadie. Y todos suman ya suficientes horas de vuelo de entrenamiento y competición. Todas las cartas, por primera vez, están sobre la mesa. El que pueda, que arree.
Resulta especialmente atractivo que Rory McIlroy muestre sus galones de Número 1 y defienda esta condición por primera vez en una cita de semejante calado. Gloria y honores para el Príncipe Valiente (aunque mandara el domingo bolas al bunker en el 15 y el 17 del PGA National, que una cosa es ser valiente y otra imbécil…).
¿Y Tiger? ¿Han quedado colmadas las expectativas con ese profundo 62 dominical? Las mías, por supuesto, no. Las de casi nadie, supongo. Siempre esperamos más de este hombre. No en una ronda de golf, que aquella resultó brutal, pero sí a 72 hoyos. Así debe ser. Bajar el listón sería casi como deshonrarlo.
De nuevo enfocaremos la morbosa lupa sobre los putts que el Tigre tire BAJO PRESIÓN desde distancias en las que antaño se mostraba casi infalible. Una presión que desde luego no sentía el pasado domingo. Es lo único que le separa de su ‘yo’ mega-campeón. Lo único. Tan cerca y tan lejos.
Reconozco que aguardo con especial impaciencia la reacción de Luke Donald. No, el inglés no es un angelito con tirabuzones. Ha forjado un espíritu recio de campeón. Es un gladiador silente y no un Número 1 interino. Quizá no saque el puño después de embocar un putt, pero sus cuarenta semanas de reinado se han posado como un sereno exorcismo sobre el golf moderno: se puede ser el mejor con el mejor juego corto del mundo.
Al banquete acuden ‘invitados’ los seis mejores jugadores de la Armada española en la actualidad. Sergio García, Álvaro Quirós, Miguel Ángel Jiménez, Gonzalo Fernández Castaño, Rafa Cabrera Bello y Pablo Larrazábal. Potencias como Inglaterra, Sudáfrica o Australia sólo llevan un representante más. Algo está pasando, y sería magnífico que los señores directores de marcas, ases, países, mundos y telediarios varios al menos lo intuyeran…
Porque además no hay que ser un lince para vaticinar que alguno de estos seis va a dar un soberano golpe sobre la mesa. Otro más. Veremos si encima llega para cantar victoria, que ese es otro cantar (si se me permite la redundancia).
