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El Señor de los Truquillos

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POR NACHO BERMUDO, PROFESIONAL DEL REAL CLUB DE GOLF DE SEVILLA

Esta no va a ser una clase típica donde aconsejar cómo jugar un determinado golpe. Hoy me gustaría hablar acerca de un tema  que cada día se da más en los clubes de golf: jugadores aficionados intentando poner en práctica los  trucos, consejos… etc. que se explican en libros, revistas o webs…

Tengo varios alumnos, sobre todo uno, que lee y relee todo lo que sale al mercado relacionado con el mundo de golf. Personalmente no estoy en contra de esta parte importante de nuestro mundo pero si que huyo de determinadas publicaciones que más que enseñar o aportar algo al lector, lo único que hacen es liar y confundir. Me hace mucha gracia ver como en algunas publicaciones se enorgullecen de llevar un determinado número de páginas llamadas de instrucción. Y es que la mayoría de los consejos o trucos que recomiendan se contradicen entre si o son para una minoría de jugadores con un nivel muy alto. Suelo leer estas publicaciones primero desde el punto de vista de un profesional con estudios universitarios relacionados con las letras, y luego desde el punto de vista de un aficionado al golf de nivel medio. Normalmente en el primer caso no consigo sacar más que un consejo o dos que pueda ayudar a alguno de mis alumnos; y obtengo este resultado tras pelearme con la traducción e imaginarme ángulos y planos difícilmente entendibles. Si me pongo en la piel de un aficionado medio… sinceramente no me entero de nada.

No me opongo a que mis alumnos lean todo lo que sale en librerías y quioscos, de hecho les digo que lean las clases de ten-golf ya que me siento bastante orgulloso de lo que se escribe en esta web, pero les pido dos cosas: que comenten conmigo lo que ellos creen que va a solucionar su problema de slice de por vida (tras lo cual se dan cuenta de que el consejo de “pegar el codo al bolsillo en la bajada” lo que hará es pronunciar su bajada defectuosa) y que no deshagan su swing haciendo algún ejercicio raro solo porque a un profesor americano le fue bien con un jugador profesional (podemos poner como ejemplo la última que ha llegado a mis manos acerca de “pegar bolas por debajo de un banco”). Estoy seguro de que todos los consejos que se dan, sobre todo en las revistas mensuales quieren ayudar a los aficionados, pero lo cierto es que los artículos no se escriben con el cuidado que deberían ya que cualquier principiante que lea determinadas cosas termina liándose mas de lo que estaba.

Como he dicho antes, muchas veces la “culpa” la tiene la mala traducción de los artículos. Pero lo normal es que el aficionado de turno termine en el tee de prácticas intentando hacer movimientos antinaturales para “buscar que el ángulo que forma la varilla con la parte superior de la visera esté alineado con la hebilla del cinturón y a la vez con el objetivo” y locuras parecidas…. Es evidente que las publicaciones mensuales tienen que buscar cosas “nuevas” para vender más, pero esto no es sencillo ya que en este deporte CASI todo está inventado  y las novedades no suelen venir de trucos estrambóticos sino del trabajo duro de profesores preparados con  jugadores profesionales.

Después viene la parte en la que dos o más amigos se juntan en el tee de prácticas para corregirse unos a otros. Conste  que me parece muy bien que cada uno haga lo que le parezca con su swing, pero no deja de darme pena que no aprecien el trabajo que están realizando con su profesor. Es cierto que en determinadas épocas y zonas los profesionales que se dedican a la enseñanza hemos tenido mala fama, pero lo que es una tontería es contratar a un profesor para luego hacer lo contrario porque a un amigo le fue bien el retrasar el pie derecho para evitar que su bola hiciera un slice pronunciado, sin pensar en el perjuicio que esto le va a hacer a su swing. Es más fácil pensar que el profesor de turno nos está engañando y quiere que avancemos poco para dar el mayor número de clases posible, a reflexionar el por qué de los consejos  que nos da para tener un swing sólido a plazo medio-largo. Muchas veces me desespero porque me paso la mitad de una clase desmontando los consejos que menganito le ha dado a mi alumno por el campo cuando ni si quiera se le ha preguntado. Es curioso como este deporte despierta en las personas la necesidad de corregir al que tiene al lado. No importa el tiempo que lleve jugando, el nivel que tenga o donde haya adquirido ese conocimiento más o menos acertado. El caso es que el individuo en cuestión no es capaz de guardarse esas “clases alternativas” (como las llamo yo) y termina habitualmente confundiendo al que tiene en frente.

Y qué decir de las personas de una misma familia: padre-hijo, marido-mujer…etc. Es impresionante la capacidad que tienen algunos para acabar con el trabajo hecho en una clase con dos simples comentarios que suelen ser: “estás levantando la cabeza” y “sube el palo más alto que le pegarás más fuerte”. Nunca dudo que esos consejos se dan porque uno quiere ayudar, agradar o como queramos llamarlo pero está comprobado que terminan haciendo  un lío en la cabeza del amigo o familiar. A lo largo de un día en el tee de prácticas lo veo constantemente. Son personas que no se pueden contener. Hay veces que he terminado una clase y a los cinco segundos mi alumno ya tiene al individuo de turno corrigiéndole algo del movimiento. Vuelvo a repetir que no dudo de las buenas intenciones y que en el peor de los casos lo que va a obtener la persona aconsejada es una lesión, pero yo no me imagino entrando en un quirófano cuando un traumatólogo está operando una rodilla y decirle como tiene que colocar el componente femoral de una prótesis. Pues os aseguro que él si tendría un consejo para mi en mitad de un torneo profesional.

Lo que normalmente el amateur no entiende es que es relativamente fácil hacer que la bola vaya “pa lante” (y eso por desgracia es lo que se suele intentar en los clubes comerciales). Lo realmente complicado es tener un movimiento consistente que consiga repetir un tipo de bola correcta. Y para conseguirlo no solo es necesario tener bien claro los conceptos básicos del swing, sino saber aplicarlos a cada alumno en cada momento. Por eso cuando alguien me dice que con 20 clases ya sale al campo y hace no se cuantos golpes sonrío por dentro. A esta persona le auguro normalmente (siempre hay excepciones de individuos autodidactas que llegan a ser handicaps bajos) unos meses o años de divertimento con el golf (que al fin y al cabo es lo que se pretende)  tras lo cual suele venir una decepción en vista de que no se avanza lo previsto. Este tipo de jugador “pasota” que suele comentarte que el se divierte así y que no va a vivir del golf, suele terminar aburriéndose en el mejor de los casos o lesionándose en el peor de los mismos por hacer movimientos incorrectos y antinaturales. A estos jugadores  siempre les cuento que yo si vivo del golf, que a mi encanta este deporte (tanto que después de dar todo un día de clases llego a casa y pongo un canal de golf para ver el torneo que corresponda). Que me lo paso mucho mejor cuando hago 70 golpes que cuando hago 80. Y que normalmente el resultado suele estar relacionado con dos cosas: el tiempo que haya podido dedicarme mi profesor, entrenador o como se quiera llamar.

Este es otro tema característico de nuestro país: cómo puede ser que un profesional siga recibiendo clases o consejos. Siempre respondo lo mismo: casi todos los grandes de la historia del golf no se separaban de su profesor y el recibir clases desde que soy niño a hecho que hoy día pueda considerarme un buen profesional ya que he ido aprendiendo y no dejo de aprender de personas preparadas. No me avergüenza que un compañero me ayude porque es la única manera de avanzar, al contrario son los que se jactan de haber aprendido solos los que se estancan y no evolucionan. Ni el tiempo que haya podido pasar en el tee de prácticas intentado reproducir los movimientos que me han aconsejado que practique.

Por último me gustaría dejar claro que todas las publicaciones merecen ser leídas pero siempre siendo conscientes de lo que pueden aportar a nuestro golf y nunca imaginado que un consejo aparentemente novedoso va a solucionar inmediatamente nuestro problema.