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El ‘síndrome Aiken’ como relajante

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Aiken, en Sudáfrica

Nos servimos de un ejemplo extremo ocurrido en el reciente Alfred Dunhill de Sudáfrica para insistir en un mensaje sencillisimo y recurrente de Tengolf, destinado sobre todo a los hándicaps altos, y en general a aquellos que no llevan demasiado tiempo jugando…

Al principiante, todavía 'explorador' de los misterios del golf, suele abrumarle el drástico cambio de resultados en su tarjeta. Un día sales a jugar con tu hándicap 30, pongamos, y le haces un 105 al campo que te deja más o menos satisfecho. Pero en la siguiente ocasión te vas a los 113… Vuelves a casa moderadamente ofuscado y con una pregunta sobre todo en la cabeza: ¿qué ha cambiado? Y se repite la historia: al fin consigues bajar de 100 en un día absolutamente memorable, todo salía bien… Y cuando crees que comienzas a manejar el juego (nunca nadie llega a manejarlo del todo), te vas de nuevo a los 115. ¿Qué pasa?

Evidentemente, pasan muchas cosas en el swing de un principante, y no todas buenas. Pero ahora sólo quédense con el ejemplo de Thomas Aiken. El joven sudafricano le hizo un 72 al Leopard Creek en la primera jornada del Alfred Dunhill: el viernes bajó a 65; el sábado batió el récord del campo con un 61, y el domingo perdió el torneo con un 75. Catorce golpes de diferencia en 24 horas, en el mismo campo y aproximadamente con las mismas condiciones de juego, salvo el cambio de banderas en los greenes. ¿Le pudo la presión el domingo? Podría ser, pero fíjense en su resultado del jueves…

Si esto le ocurre a un dominador del medio, ¿qué no le va a ocurrir a usted? Hay que comerse el coco lo justo con las tarjetas, sobre todo cuando aún somos principiantes. En este sentido, y aunque esto lo hace casi todo el mundo, también es 'relajante' salir a jugar utilizando el método 'stableford' y contarnos los puntos, tal y como vamos a hacer después en los torneos, regateando con la clásica rayita esos hoyos-trampa en lso que nos forramos a golpes.

Este sistema Aiken (valdrían Woods, García y Els en según qué torneos) es un consejo sencillo, pero válido para preservar la alegría en el juego y el espíritu positivo durante esas duras jornadas de golf.