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El swing de golf: un acto de fe

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Por Lucas Montanerprofesional del Real Club de Golf de Sevilla

Cuando un jugador se acerca por primera vez a un campo de prácticas y nunca ha intentado golpear a una bola está convencido de que por lo menos darle le va a dar…

Pero sólo tendría que mirar su cara de sorprendido nada más intentarlo y ver que la bola no se ha movido del sitio para darse cuenta de lo equivocado que estaba. Si nos paramos a pensar durante unos segundos por qué es tan difícil esto del golf, veremos que realmente se trata de darle a una bolita pequeña, con una zona bastante estrecha del palo, que está situada a casi un metro de distancia de nuestras manos y hacerlo durante un movimiento dinámico…

Y para colmo, ¡¡¡hay que mandarla a un objetivo!!! Pues bien, nos tenemos que olvidar de que existe esa bolita: no la buscaremos, sino que nos la encontraremos al realizar un movimiento de 'atrás hacia delante', es decir, al realizar un SWING.

Cuando veo que un alumno está perdiendo la confianza en su swing, observo cómo progresivamente se va olvidando de hacer un movimiento fluido y realiza un descenso del palo buscando la bola desesperadamente. Y esto se convierte en un círculo vicioso donde cada vez golpea peor a la bola, pierde más su confianza, busca más la bola y, como consecuencia, la golpea peor todavía. Es entonces cuando ya ha perdido la fe en su swing.

El swing de golf es un acto de fe: debemos tener una buena colocación inicial (stance), una buena subida del palo (backswing) y no buscaremos la bola, sino que nos la ENCONTRAREMOS en el movimiento de bajada (downswing), mientras llegamos progresivamente hasta la posición final (finish).

Es obvio que cuanto mejor sea nuestra técnica, más facil será que nos encontremos la bola en el momento adecuado (por eso debemos trabajar los diferentes fundamentos del swing), pero el jugador debe tener claro desde el principio, que el swing de golf es un movimiento continuo de atrás hacia delante y que, durante ese movimiento, el palo se encuentra a la bola.

Un ejercicio que suelo realizar con mis alumnos es golpear a la bola con los ojos cerrados. Durante mi swing yo no veo la bola y por consiguiente no la puedo buscar. Es un ejemplo claro de que al realizar un buen movimiento, un buen swing, el palo se encuentra la bola por el camino.

Cuántas veces hemos oído "Qué mal he golpeado a la bola, con lo bien que he hecho el swing de prueba…" o "No voy a hacer swing de prueba que 'gasto' los swings buenos…". 

El problema es que en el momento de la verdad, hay un elemento discordante: La bola.