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Entre Obama y Keanu Reaves

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Por Pedro Fernández

El hombre americano se lo monta bien. No hay duda…El recibimiento al equipo europeo en el aeropuerto de Chicago fue más propio de Hollywood que otra cosa. Sólo faltaron las majorettes.

La aeronave, nuestra ya entrañable ‘Surfer Girl’, fue saludada por dos enormes camiones de bomberos que lanzaban cortinas de agua en forma de arco mientras pasábamos por debajo. Bonito, sí señor. Espectacular.

Nada más descender de la escalerilla del avión llegó el momento ‘película-de-acción-que-yo-ya-había-visto-antes’ por las autopistas de Chicago. Impresionante. Los familiares y amigos nos montamos en un autobús perfectamente decorado con todo tipo de motivos Ryder. Los jugadores, por su parte, fueron cada uno en un coche (un señor Mercedes), y todos nos encaminamos al hotel escoltados por decenas de motos y coches de policía. Y decenas no es una exageración. Cada coche tenía dos motos de escolta.

El ruido era ensordecedor. Las sirenas pitaban a toda mecha y las maniobras fueron alucinantes. La policía se adelantaba y taponaba las incorporaciones a la autopista para que nadie pudiera interrumpir el camino de Europa hacia su hotel de concentración. ¿Y si todo fue una estrategia de intimidación disfrazada de buenas maneras? A más de uno se le pasó por la cabeza esta idea. Os aseguro que semejante despliegue impresiona. Uno por momentos se siente el presidente de los Estados Unidos cruzando la nación para un mitin, o Keanu Reaves tratando de salvar a la guapa Sandra Bullock de un fatal desenlace.

La parafernalia nunca cesa. Es una pasada. Los familiares y amigos no estamos en el mismo hotel que el equipo. Nosotros nos alojamos en el Renaissance, mientras que el equipo está en el Westin. Dos hotelazos en todo caso y muy cercano el uno del otro.

Ojo al momento llave de la habitación… Nunca dejan de sorprender. Ahí estaban escritos los nombres de mi novia y el mío: Nuria Martínez y Pedro Fernández. Habitación 628 (abstenerse de llamar a horas intempestivas, por favor). Emociona, para que os voy a engañar. Y, por supuesto, el logo de la Ryder. Esto es como un parque temático. Todo está inundado por la Ryder. La Ryder se toca, se respira, su huele, se ve y se escucha por todos los rincones de Chicago.

Europa trae su particular despliegue. El ejército también es numeroso. No en vano, la expedición, entre capitantes, jugadores, caddies, familiares y amigos será de unas cuarenta personas y con nosotros vienen al menos 80 miembros del Circuito Europeo para que todo ruede como la seda y no le falte un perejil al equipo. El Viejo Continente también sabe hacer las cosas. Atención, ochenta personas es la mitad del personal que trabaja en el Circuito Europeo. Una barbaridad, vamos.

Hoy tocaba convivencia de todas las esposas del equipo europeo y las americanas. Dicen que también juegan un papel importante en la Ryder. Han compartido un día turísitico por Chicago, con mesa y mantel incluido.

Y yo me pregunto, ¿darán también sus opiniones de quién debe jugar con quién?

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