Hoy nos levantamos con la tristísima noticia del fallecimiento de Cristina Marsans, una luchadora en todos los sentidos. Hoy es un día triste. Hoy, todos los que pertenecemos a esta pequeña familia del golf, recordamos los momentos que tuvimos la suerte de compartir con la gran SEÑORA con mayúsculas que fue Cristina Marsans. Una luchadora en todos los sentidos, un ejemplo de mujer.
Cristina luchó por todo aquello en lo que se involucró, y no siempre tomó el camino fácil para ello.
Luchó por cada torneo que disputó, del que quedan como testimonio más de 30 trofeos de campeona en su vitrina personal, y otros tantos de subcampeona en sus cuarenta años como jugadora amateur, ahí es nada.
Luchó por las mujeres, y desde su cargo de Presidenta del Comité Femenino de la RFEG posicionó a las chicas golfistas en lo más alto, logrando todas las victorias habidas y por haber y encaminándolas hacia donde están ahora. Luchó a continuación por la propia Federación, de la que fue VicePresidenta poniendo los puntos sobre las íes en todos los aspectos, especialmente en la disciplina golfística, algo que no era fácil.
Luchó por el medioambiente cuando aquí aún no estábamos concienciados aún con estos temas, y fue pionera en este aspecto, creando los Premios ‘Madera Verde’ y haciendo todas las gestiones para instaurar las ISO’s correspondientes, algo que ha heredado su hijo Javier, comprometido al máximo con el planeta, el medio ambiente y las personas como se puede ver en su marca ECOALF, herencia si duda de Cristina.
Luchó por la solidaridad en el golf cuando aquí eso no estaba ‘de moda’, y junto con Consuelo y Sergio García dieron un vuelco al golf a través de la Fundación Deporte y Desafío, dos aspectos que ella llevaba en la médula, el deporte y el desafío.
Luchó por los más humildes, los más necesitados, los que tenían menos suerte, porque todos fuesen valorados como se merecen, para que creciera el respeto en el mundo, y lo hizo en silencio y con clase, tratando al caddie más humilde como si fuese un Lord, a cualquier persona como si fuese el Rey.
Luchó por su familia, por sus hijos con los que tuve la suerte, no sé si buena o mala, de compartir pasillos en esa odiosa segunda planta del hospital Quirón, donde luchaba, una vez más, por vivir cuando su cuerpo le quiso ganar la batalla.
Luchó contra esa enfermedad con la elegancia, alegría, carácter y discreción que le caracterizaban, que marcaron su vida. Tenía una clase espectacular. Siempre era un lujo mirar, escuchar y estar cerca de Cristina Marsans.
Cristina se ha ido con elegancia, clase y discreción, como hacía todo en la vida. Decía Marta Figueras-Dotti que Emma Villacieros se rodeaba de las mejores personas, a quienes exigía para llevarles a lo más alto. En lo más alto están juntas ahora, donde seguirán llenando de trofeos esa vitrina de golf.