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La cresta de un brasileño

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Editorial Ten-Golf

Le cuesta al golf un mundo abrirse paso en las portadas entre messis y cristianos, entre nadales, iniestas, gasoles y alonsos. Tiene su explicación, por supuesto…

La más lógica: las figuras excelsas del deporte crean afición y, casi en el mismo momento, una demanda popular de información. Nada que objetar. Dos más dos, igual a cuatro.

((Permitan este paréntesis: existe otra explicación algo más ácida y, seguramente, pesimista: en este periodismo deportivo de usar y tirar que se abre paso avasallador, el del bufido, el esperpento y la onomatopeya por encima del conocimiento profundo o del análisis, es mucho más sencillo e ingenioso debatir acerca de la cresta de un brasileño que de cualquier otra cuestión)).

Sería entonces muy de agradecer que fuéramos de verdad capaces de hacer llegar al ciudadano de a pie lo que este domingo 25 de septiembre de 2011 ha rematado Azahara Muñoz Guijarro en Irlanda, birlándole el punto decisivo de la Solheim Cup a la americana Angela Stanford, una de las 25 jugadoras que más dinero han acumulado en la historia del golf, premio a premio.

Sería aún más de agradecer que fuéramos capaces de avanzar al ciudadano de a pie lo que puede ocurrir con el golf femenino español en los próximos años, lo que ya está ocurriendo, con una generación de jugadoras especial, de altísimo nivel, de un valor competitivo sublime. Y la pasión que mueve este deporte en cientos de millones de hogares del planeta.

Nadie se ocupaba del tenis femenino en España hasta que apareció Arancha… Ni en las redacciones, ni en la calle.

A ver. No se trata de igualar de la noche al día la 'pegada' del golf con la de otros deportes que, evidentemente, tienen más arraigo en la cultura popular deportiva de nuestro país. Al mismísimo Severiano le costaba sangre, sudor y lágrimas hacerse un hueco en los telediarios.

Pero nos moveríamos siempre en el mismo círculo vicioso si nadie traslada, cuenta a la gente, la verdadera dimensión de un logro deportivo concreto. Y bastante ignorancia y falta de reflejos se demostró ya en este país en la gestión de los 'monstruosos' éxitos de Severiano, sin parangón en la historia de nuestro deporte atendiendo a lo que aquel muchacho cántabro se encontró cuando llegó (un páramo).

Es justo, pues, gritarle a la gente que el golf no es una 'pijada', un juego de señoritos, un divertimento de ricachones. La raíz y la esencia del golf no puede ser más popular, aunque en efecto a más de uno le siga interesando en España hacer ver lo contrario…

No, tampoco pretendemos comparar a Azahara con Seve. Pero una Solheim Cup tiene fundamento. Es una cita de extraordinario peso que han seguido millones de personas esta semana, y en la que una española ha sorprendido al mundo. Primero, mirando a la cara a Kerr y Creamer en un foursome para la historia el sábado por la mañana junto a la escocesa Matthew. No engañamos a nadie al afirmar que Kerr y Creamer seguramente forman la mejor pareja de foursome del mundo, y mucho menos al constatar que este par de muchachitas de las barras y estrellas acabaron tres abajo del par ese duelo y aún así sólo arrancaron un empate.

Y segundo… Ese tiro del 17 en Killeen Castle ya forma parte de las páginas de oro del deporte español.