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La única vez que vi sonreír a Francesco Molinari…

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Por Pedro Fernández

Todos sabemos cómo es Francesco Molinari en el campo. La imagen está clara y no voy a ser yo quien lo descubra a estas alturas.

Que sí, que es una máquina: calle, green, opción de birdie;  calle, green, opción de birdie; calle, green, opción de birdie… y así hasta infinito, como el conejito de las pilas duracell. En Medinah lo pude comprobar en directo y bajo máxima presión. Este tío no se inmuta. Es un bloque de hielo. Tremendo.

Dicho esto, y aprovechando el enfrentamiento de primera ronda en el WGC Accenture contra uno de los nuestros, Gonzalo Fernández Castaño, os voy a hablar de Francesco Molinari fuera del campo. Su timidez raya la exageración. Casi no te lo crees. Es muy introvertido. Al principio, te da la sensación de que está enfadado, pero nada, todo lo contrario. Es un tío estupendo. Siempre que te cruzas con él, te mira y sonríe. Ojo, y su novia es un cielo.

La última vez, y creo que la primera y única, que lo vi sonreír en el campo, fue el domingo en la calle del hoyo 18 de Medinah. Kaymer acababa de embocar el putt ganador de la Ryder Cup. Lo celebró por todo lo alto, pero casi no movió un músculo de la cara, era todo concentración. La carcajada vino después. Cuando se le acercó Olazábal y le dijo que tenía que ganar el hoyo para empatar el partido con Tiger y conquistar la Ryder con todas las ley, sin empate que valga. Se me empezó a reír y lo miró con una cara que venía a decir algo así como «pero tío, qué me estás contando…».

Es impresionante la capacidad de concentración que transmite. Se aísla del mundo de tal manera que da igual que le pase un camión por encima, que le griten… Es lo mismo. No pestañea. En el vestuario se comporta igual. Francesco es de los que no se transforma cuando sale al campo.

Me ocurrió una anécdota con él en el Open de Andalucía de 2010 que creo que lo define muy bien. «¿Te importa si te grabo?», le pregunté un día en la cancha de prácticas. Y no me dijo ni que sí ni que no. Me quedé a cuadros, pero entendí que había sido un sí. Lo grabé y después crucé una palabra con él y todo fue súper agradable. Por cierto, todo lo que no habla Francesco, lo hace su novia. ¡Habla por los dos! Un encanto.

Me hizo mucha ilusión que empatara el punto con Tiger. Fue su pequeña venganza de lo que ocurrió en Gales. El destino le hizo un guiño. Le ganó donde más le duele a Tiger, por mucho que al norteamericano le importara un pijo. Recuerdo que ni miró las caídas.

Otro dato. Francesco tampoco sale en los vídeos. Vaya crack. Si me preguntáis dónde estaba en la celebración, ni os lo puedo decir. No lo vi. Es el típico que pasa por delante de la cámara y, en lugar de saludar, se agacha para no molestar.

Por último, sé que muchos ya lo sabéis, pero habla español perfectamente. Mejor que yo, casi.

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