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Las primas por ganar

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Manolo Sanchis no ha tenido reparos en reconocer que está a favor de las primas por ganar. No es el único. En un primer vistazo, de hecho, puede parecer que esta práctica no atenta contra la esencia de la competición ni contra la ética deportiva. Sencillamente se trata de un incentivo económico, un premio, por hacer las cosas bien.

El problema, para empezar, es que las primas por ganar desnaturalizan la competición. Y cuando se atenta contra la naturaleza de algo o alguien, antes o después aparecen los efectos secundarios…

Así, existe una seria perversión en esta práctica. ¿Qué ocurre, por ejemplo, cuando se extiende de tal manera que llega a ser habitual y se transforma en un arma de negociación por parte del equipo que entiende que debe ser primado? No se echen ustedes las manos a la cabeza, es algo que ya ha ocurrido: en ocasiones, es un ‘portavoz’ del equipo primado quien inicia la ‘negociación’…

La cuestión, hablando en plata, vendría a ser así: «ya me estás incentivando, que si no lo haces, a lo mejor no pongo toda la carne en el asador». Lo que nos llevaría a la paradoja del cazador cazado…

Otra perversión: la legalización de esta práctica, además, de entrada favorecería a los clubes más poderosos, que siempre podrán primar más y mejor. Para entendernos, llevemos el asunto a una categoría casi de caricatura: ¿qué le impediría al Real Madrid o al Barcelona primar generosamente desde la primera jornada de Liga a todos los rivales de su eterno rival, o a una buena parte de ellos?

Dejemos las cosas como están, que enseguida los bajos fondos de la condición humana andan sacando la patita…