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Lo de menos, en realidad, es que Steve Williams no lleve ya su bolsa…

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Por David Durán

Sólo falta que anuncie que va a firmar con Taylor Made…

Tiger Woods no sale de la espiral del cambio. Una circunstancia que a priori no debería ser obligatoriamente negativa. Antes bien, en ocasiones hasta conviene ventilar.

Pero al margen del ‘shock’ o la sorpresa que vayan causando todas estas noticias, más o menos importantes, más o menos definitivas, la verdadera esencia del problema al que se enfrenta Tiger se resume en una sola pregunta: ¿hasta qué punto está dañada su rodilla izquierda? Una cuestión de cajón, de acuerdo, pero reconozcamos que demasiadas veces nos perdemos en lo accesorio.

Negar que Steve Williams es un gran caddie sería necio. Pero ustedes y yo sabemos que con Tiger al máximo nivel cualquier caddie de élite tiene espalda suficiente para cargar con su bolsa y, de paso, hacerse millonario.

Puedes cambiar de casa, de caddie, de coche, de estado y hasta de país. Pero esa rodilla izquierda…  Se resquebraja de puro estrés (físico, estrés físico, no vayamos a confundir). Aunque el trabajo de Tiger ha ido enfocado en los últimos tiempos a evitarle desgaste a esa articulación, lo cierto es que ha emitido de nuevo señales de alarma en menos de tres años desde la última y gran operación (junio de 2008). No termina de sostener (y de disparar) con garantías el swing de Woods.

Los médicos cada vez se ponen más serios con el jugador. Sólo por eso decidió borrarse del US Open y del Open Championship. Por eso y porque verdaderamente está preocupado.

El retorno del Tiger triunfante pende, a medio y largo  plazo, de un solo hilo: su salud. Porque tal y como están las cosas, es probable que algún insigne doctor, por desgracia, intuya la respuesta a la pregunta del millón del golf mundial desde finales del Siglo XX: ¿conseguirá Woods superar los 18 ‘majors’ de Nicklaus?