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Los códigos de la Dehli profunda

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Andanzas y menesteres de un hidalgo caballero español en Asia

La deidad de Bangladesh ganó el Indian Open. El hombre tranquilo. No necesita pegada porque tiene entre las orejas las yardas que los demás le sacan, es un cerebro privilegiado para el golf, para la concentración, para batir rivales en teoría superiores. Siddikur.

Se siente alto desde ese 1,67 porque su rival y amigo, Mitun Perera, mide 1,63. Entre los dos negociaron el precio cerrado a 8.400 rupias la semana. El propietario no salía de la idea de 10.000, pero el de Bangladesh y el de Sri Lanka, haciendo gala de la capacidad negociadora de la ruta de la seda, acabaron convenciendo al dueño, y lo celebraron con una partida de parchís y té indio.

Por el camino, otros cinco más, junto a ellos, pudimos disfrutar de ese pedazo de hotel de 2 estrellas en Gangpura, Delhi, extrarradios, cerca del Delhi Golf Club, donde en la calle se oyen gritos a favor de Kapur, donde encuentras a gente saliendo a la calle vociferando que Atwal acaba de embocar desde el antegreen, o sabios anunciando que Lahiri será de lo mejor que se verá en los próximos 20 años (en eso tienen razón). El golf está en la tele, restando por unos días el protagonismo al rey Cricket.

El deporte une todo y no separa nada. Kruger, Kataoka o Marcus Both pasan andando la autovía en busca de tuktuk que los lleve al hotel por 50 rupias (60céntimos de euro). Porque los autobuses de cortesía, aún con escolta, tardarían más de una hora en llegar. Esto es la India. Harían falta varias vidas para comprenderla, con sus cinco formularios para obtener el visado, incluyendo el último, la dirección del colegio donde estudiaste, aunque tengas 60 años.

No esperes GPS, no busques el WIFI, ni el papel higiénico, ni nada que no sea el boca a boca y un café de por medio. Porque aunque te parezca que estás perdiendo tiempo, lo estás ganando. Ese es su sentido circular de la vida, opuesto al vertical europeo. Billete pequeño va muy lejos aquí. Hazte amigo de conserjes y maitres porque en la India son profesiones de prestigio, desempeñadas con maestría.

¿Qué puede ser y qué no? Todo puede ser. Que no te dejen comer ni pagando en un restaurante, o que abran uno cerrado para que un viejo chef muestre las once especias secretas del curry, hornee un nan de panadero y saque el arroz y los pasteles de la abuela, que saluda orgullosa desde el fondo del salón.

Así nos matuvo Siddikur desde el lunes en la Delhi profunda. En la Dehli de andar por la calle, de hablar a gritos, de peleas de perros y turba de bazar. Y quedamos contentos. Siddikur, ese seguidor del FC.Barcelona, deidad en Bangladesh, con honores de jefe de estado, simpático, hábil hasta la eternidad, pegando drives a calles de dieciocho metros de anchura,con jungla a ambos lados plagada de cobras; existe, es diferente a todo, pero admirable; amante de la cocina española, especialmente de las gambas al ajillo y los calamares bravos. Ya en 2011 anduvimos por la Barceloneta, donde por supuesto nadie sabía quién era, lo cual le hacía sentirse muy cómodo.

El sonrisa metálica Siddikur escaló con esta victoria al puesto 172º del mundo. Ya en el CIMB Classic, en Kuala Lumpur, evento del PGA Tour, donde jugaba por top ten asiático, lo pusieron con Bubba Watson. Bubba pega con el hierro 4 como Siddi con el drive, pero al final de la semana le batió por uno. Quedó en el puesto 25º con todos los cracks americanos atónitos con sus maderas 5 botando en petas, chepas y peraltes para acabar a menos de diez metros de bandera en repetidas oportunidades. Ahí les dejó un botón de muestra.

Esta semana juega en Australia,y la siguiente también, en el sin igual Royal Melbourne, Copa del Mundo. Lo hará a título individual, ya que Bangladesh no puede aportar un segundo jugador… porque no hay. No optará entonces al millón por equipos pero sí a los seis millones individual.

Esta semana vimos a Robert Rock con una sola madera en la bolsa, la 5, y hierros del 3 al 9, wedges y el putt, porque sabía el inglés que los palos largos ni salen, ni podían salir aquí.

Ahora escribo desde Hong Kong, embarcando hacia Manila tras el paso de la catástrofe. Como ayer decían los filipinos que jugaron en la India, lo único que podemos hacer es que el MANILA OPEN sea un gran torneo y honrar a las víctimas y a los desfavorecidos por el tifón. Alicientes no le faltan al torneo. Jugarán las estrellas de Asia, e ilustres como Chopra, y, por supuesto los nuestros, con Colomo y Pigem.

Especial ánimo para Javier Colomo en su búsqueda de resultados y seguir sumando porque algo bueno está al caer. El martes nos deleitó con un hierro 8 directo al hoyo para dos, en un par 4, jugando la bola desde una chuleta (divot) con un fade maravilloso, recordando que su comunidad autónoma, Don Manuel Piñero, sigue dando maestros del arte de los 14 palos… Y Campillo les sigue, en una nueva generación.

Mr. Locker Room Insider Asia

Sidikkur con Andy ‘Skywalker, el caddie indio,malayo,chino y portugués que le devolvió la confianza desde CRANS (sólo hacer falta ver los resultados)

Fotos: Mr. Locker Room e Ivan Galdame