Por David Durán
Quizá este artículo de opinión tuve que escribirlo antes de volver a ver a Álvaro Quirós saliendo un domingo en el partido estelar. De ese modo habría descrito de una manera más cruda el mensaje…
El mundo gira y gira a una velocidad preocupante. Sólo vale el hoy, el ahora. Sin embargo, conviene de vez en cuando parar y coger papel y bolígrafo. Este verano, por momentos, llegamos a pensar que era realmente posible ver al de Guadiaro en el equipo europeo de la Ryder. Más que en verano, en realidad, fue en primavera, cuando Quirós venía de firmar unos primeros cinco meses de 2010 espectaculares, con victoria incluida (sin olvidar su sobresaliente gira por el desierto o aquel top-ten en Doral como el que oye llover…)…
Al margen de esa decepción por no verlo en Gales y por estos últimos meses de altos y bajos machacantes (tiempo, no obstante, en el que firmaba un undécimo puesto en el British…), decepción que él mismo pregonaba, abonaba y regaba, lo cierto es que no ha habido año que no haya evolucionado, que no haya mejorado.
Pueden comprobarlo casi en cada una de las estadísticas, o bien, sencillamente, apuntar los euros que ha sumado temporada a temporada desde que se hizo profesional…
No queramos (y hay que incluirlo a él) subir los escalones de tres en tres. Siempre habrá un Kaymer que lo consiga. Pero no es lo habitual. Quirós marcha por el camino correcto. Mucho más que correcto, en realidad.
