El diagnóstico de los errores (Introducción)
Si hablamos de medicina, estamos de acuerdo en que un buen tratamiento sólo es posible gracias a un diagnóstico certero de la enfermedad. Si el diágnóstico falla, podrán aplicarnos un tratamiento que teóricamente es infalible y, sin embargo, nuestra salud empeorará.
En el golf pasa algo muy parecido. Para corregir nuestros errores es fundamental un diagnóstico certero de la causa de estos errores. Los profesores nos damos cuenta precisamente de esto: en muchas ocasiones el jugador amateur no sabe diagnosticar la causa de sus errores y a veces, tratando de hacer correcciones, se complica aún más la vida. O lo que es lo mismo: actúa o modifica alguna parte de su juego que nada tiene que ver con el error que viene cometiendo, con lo que está tocando algo que no había que tocar y, además, el error primero persiste.
Hay tres vías para la elaboración de un buen diagnóstico. La primera es de cajón: ponerse en manos de un profesor. La segunda consiste en grabarnos en vídeo, pero ni siquiera así tenemos asegurada la correcta lectura de los errores por falta de experiencia o conocimientos (entonces hay que volver a la primera vía…) La tercera vía es importante, puesto que no siempre tenemos a mano al profesional, ni podemos grabar en vídeo todos nuestros errores. Consiste en el estudio del vuelo de nuestra bola. Hay tres síntomas fundamentales que nos darán pistas sobre la ‘enfermedad’ de nuestro juego: A) nuestra bola puede hacer efectos no deseados (porque la cara del palo no entra cuadrada), B) puede salir en una dirección que no es la pretendida (porque la línea del swing no es la correcta), C) o puede salir mal tocada (porque el ángulo de ataque no es el bueno). En sucesivas entregas iremos diseccionando estos síntomas.