Mucho se ha hablado de la cara amable y simpática de Miguel Ángel Jiménez…
La imagen con su puro y sus continuas referencias a la cervecita post-partido y al jamón de bellota han calado hondo en el aficionado español y también en el anglosajón.
Pero a veces parece como si este jugador, a sus 44 años cumplidos, se dejase ir por los campos y sólo gracias a su talento recogiese de vez en cuando alguna victoria…
La realidad es que, pese a su apariencia, y aún siendo muy cierto que sabe disfrutar de la vida, de su familia y de sus amigos, Miguel es un pedazo de profesional. No nos equivoquemos. Su grandeza está precisamente en saber compaginar cada cosa en su momento, pero teniendo muy claros los objetivos.
Jiménez es un jugador de talento innato, qué duda cabe, pero es que además es un gran trabajador. Metódico y perseverante. Con el tiempo, por supuesto, la experiencia le ha ayudado a realizar entrenamientos de gran calidad, más allá de la cantidad, que no es poca. Y ha encontrado los resortes para mantenerse siempre en pie mentalmente, lo que sin duda es una parte fundamental en el trabajo de un jugador de golf.
Jiménez ha incorporado (como casi todos) las sesiones de gimnasio, pero siendo consciente de sus limitaciones. Sabe que su juego no puede basarse en la fuerza bruta desde el tee, pero ha cuidado más si cabe su juego y entrenamiento con las maderas de calle, faceta en la que, por otro lado, siempre ha sido uno de los mejores. Su trabajo físico pasa sobre todo por un mantenimiento impoluto del tono y la flexibilidad: estiramientos, estiramientos y más estiramientos.
Otro detalle: es curioso e interesante cómo estudia Jiménez al milímetro cualquier referencia orográfica que el campo le ofrezca para medir distancias. Todos lo hacen, por supuesto, pero Jiménez es un prodigio es este aspecto y no le deja todo este trabajo al caddie, sino que él lleva cada hoyo en la cabeza, yarda a yarda, siempre que le es posible.
Un detalle más: es un enorme competidor. Para que se hagan ustedes una idea, él todavía tiene entre ceja y ceja la idea de ganar un grande. Entiende que es muy complicado, pero prepara a concienca estas citas porque él, que ya lo ha hecho todo en golf, que tiene su vida y la de los suyos resuelta, sigue empeñado en buscar la gloria.
