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Me pongo de pie ante el ‘Pisha’

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Por Alejandro Rodríguez, redactor del diario Marca 

Vaya tipo este Miguel Ángel Jiménez. Natural de Churriana, Málaga, pertenece a ese cada vez más selecto club de personas que entienden la vida como una sucesión de hechos y no de palabras. Eres lo que haces y no lo que dices que haces. Como a él no le gusta mucho eso de sacar pecho y de hablar de sus cosas, pues para eso estamos los otros. Con su permiso, Miguel…

El domingo, poco antes de iniciar la retransmisión de Golf + de la jornada final del Seve Trophy, emitieron un reportaje sobre el campeonato de España de Dobles, un torneo evidentemente menor en el calendario mundial. Y allí estaba Jiménez. Acaba de ganar por segundo año consecutivo junto a su 'partner' del alma, Andrés Jiménez. Una de las preguntas de Nacho Gervás a los ganadores fue: ¿Repetiréis el año que viene? Miguel, sin vacilar, aseguró que sí, que estará en el Dobles Nacional y en el Dobles de Andalucía.

Uno se pregunta: ¿Qué se le habrá perdido a uno de los sesenta mejores jugadores del mundo en este tipo de torneos? ¿Qué hace un golfista que atesora catorce triunfos en el Circuito Europeo, con dos Ryder Cup a sus espaldas, varias Copas del Mundo, varios Seve Trophy… jugando un torneo de dobles andaluz? ¿Por qué lo hace?

Uno se exprime la mollera y acaba concluyendo que lo hace por amistad y compromiso, unos valores tan en desuso en nuestros días que hasta llama la atención encontrar a alguién así. Amistad con Andrés, su 'partner', su "compadre", y compromiso con el GOLF, el GOLF con mayúsculas, el de base, el de los jóvenes que están empezando y necesitan ver y tocar de cerca de vez en cuando a las referencias mundiales de este deporte. Para ver que sí, que es posible llegar hasta donde están ellos, que son de carne y hueso y, por supuesto, para 'flipar' en vivo con su juego.

Pero no queda ahí la cosa. Cuando hablamos de los hechos, no sólo hay que quedarse en que lo juega. Su compromiso va más allá. Jiménez lo juega para ganarlo y eso es lo que lo hace grande. Claro que le gusta estar ahí por el ambiente, por los amigos que encuentra, por cómo se come en España, por darse unas vueltas con su Ferrari… Pero lo importante es que compite y ese es el mayor ejemplo que ofrece a los más jóvenes. El golf es muy serio, aunque te lo pases pipa.

Este domingo Miguel volvió a ofrecer una de esas demostraciones que lo hacen muy grande. Jugaba el último partido de individuales del Seve Trophy ante Justin Rose. El descalabro del equipo continental fue de tales proporciones que su punto ya no tenía ninguna importancia. Habían perdido y de nada servía lo que hiciera ante, ojo, el decimotercer jugador del mundo. Además, la cosa no empezó bien en su partido y marchaba cinco abajo por el hoyo 10. En ese momento se mascaba un 10-0 a favor de los británicos. No lo duden, cualquier otro hubiera entregado la cuchara. Algo así como "Justin, eres un fenómeno, enhorabuena, pero vamos a terminar esto pronto que no tiene mucho sentido y quiero estar pronto de vuelta en Málaga, a ver si encuentro unos buenos espetos". Pero no. El compromiso del 'Pisha' con el golf no recoge pensamientos de este tipo. Al contrario, aprieta los dientes, saca la rabia, el carácter, el orgullo, mira a Seve, a sus compañeros cabizbajos y dice "esto no ha acabado todavía".

Aparece el mejor Jiménez, despliega su juego certero a bandera, los putts, por sin, empiezan a entrar y empata el 11 con birdie, el 12 con par y gana el 13, 14 y 15. Los gana con birdie, que Justin no estaba para regalar nada. Lo que en el 13 fue una sonrisa del inglés, se convirtió en el 15 en una mirada de preocupación. También pudo ganar el 16 y haber armado el taco, pero el putt tocó el borde del hoyo y no quiso entrar. Miguel perdió, pero dejó una lección sobre golf, sobre compromiso, sobre compañerismo más importante que cualquier victoria lograda en este torneo.

Por todo estos motivos, hoy y siempre me pongo de pie ante el 'Pisha' y su naturalidad para hacer grandes los actos más pequeños.