– Acaba de ganar el Open y ya se están haciendo cuentas de los récords que conseguiría Jordan Spieth si también canta victoria dentro de tres semanas en el PGA, último Grande de la temporada, con el que completaría el Grand Slam poco después de cumplir los 24 años (Nicklaus ganó al menos una vez los cuatro grandes con 26 años más que cumplidos y Tiger con 24 años y medio).
Spieth por arriba y por abajo. Está en la cresta y tiene su lógica. Ya nos hemos olvidado de Dustin Johnson, que al fin y al cabo sigue siendo el número 1 del mundo. Lo único que demuestran este tipo de mareas es lo corta que es la memoria, porque al fin y al cabo Spieth ha ganado los dos últimos torneos que ha jugado (Travelers y British Open) y eso es lo que queda, pero también que en el golf de máximo nivel los trenes hay que cogerlos en marcha y mantenerse dentro a codazos. Johnson se bajó con un resbalón accidental en Augusta y luego no ha terminado de subirse de nuevo. Su actuación dominical en Royal Birkdale fue decepcionante, pues sobre él recaía el peso de gran animador de la jornada. Sin embargo, el doble bogey del hoyo 1 fue un lastre del que ya no pudo deshacerse hasta firmar un horrible 77.
Rory McIlroy, por su parte, ha mostrado síntomas de recuperación antes de llegar a Quail Hollow, escenario del PGA y uno de los campos que mejor le entran por el ojo al norirlandés. Tampoco puede descartarse el ‘regreso’ de Sergio a lo más alto en un Grande tras su paso algo tibio por el US Open y British. En ambas citas le ha faltado un último cambio de marcha. Y, desde luego, más acierto en los greenes. Puestos a hablar de trenes en marcha, quien no se baja es Brooks Koepka, sexto en Southport después de ganar en Erin Hills.
¿Y Jason Day? Tampoco termina de encontrar la manera de asaltar un tren que viene volando. Pero si hubiera que apostar dinero de verdad de cara al PGA, su nombre, el de Dustin Johnson y el de McIlroy deberían estar los primeros en la lista. Llegarán con sed de revancha y tocados en el orgullo. Sin olvidarnos de Spieth, claro, que llegará también tocado, pero por una varita mágica, y de los españoles (Rafa, Rahm y Sergio), por todo lo que están mostrando en 2017… y porque con ellos no podemos ni queremos ser imparciales. Qué carajo.
– A falta de un Johnson o un Stenson, Haotong Li fue el animador final del British. Tiene sólo 21 años y, por tanto, un futuro espléndido. Se ha aupado al número 63 del mundo, siendo la primera vez que entra en el top-100, así que habrá que ver si a partir de ahora comienza a ser un fijo en las grandes citas.
El chino se ha ganado el cariño de sus compañeros en el European Tour. Bromista y con un ‘tiro dado’, dicho en el mejor de los sentidos. Un carácter jovial y extrovertido que cuadra tan poco con el perfil oriental y que también tiene que ver, por supuesto, con su insultante juventud. Ahora anda metido de lleno en aprender inglés y entre sus objetivos a medio plazo está el PGA Tour, como no podía ser de otra manera.
– Pues sí, el hoyo 6 fue finalmente el más complicado de Royal Birkdale en el cómputo total de la semana (este par 4 se ha jugado con una media de golpes de 4,42), igual que en 2008, seguido por el 13. Aunque si nos fijamos en las medias totales, realmente los primeros nueve hoyos del recorrido de Southport se han jugado más sencillos que los segundos, a pesar de la presencia de los dos pares 5 en la segunda mitad. Los primeros nueve se han jugado con una media de 35,17 golpes, por los 36,67 de media en los segundos. Un golpe y medio de importante diferencia. Ahí, en los primeros nueve hoyos, se dejaba por tanto buena parte de sus opciones Jon Rahm, que sólo hizo tres birdies en este tramo en el total de las cuatro rondas…
– Un total de 235.000 aficionados han abarrotado Royal Birkdale durante la semana del Open. Este es el récord de asistencia en un British celebrado en Inglaterra, y ocupa el tercer lugar histórico de asistencia, sólo por detrás, y muy cerca, de los 239.000 espectadores que se dieron cita en la edición del año 2000, en St. Andrews, y de los 237.000 del año 2015, también en St. Andrews.
