Por Pedro Fernández
Paul Lawrie es un tipo silencioso y muy querido por sus compañeros…
Es otro al que me cuesta encontrar en el arsenal de fotos y vídeos que tengo de la maravillosa semana de Medinah. No le gusta ser el centro de atención. Su manera de moverse en el vestuario lo define…
Mientras Ian Poulter y Lee Westwood eran los ruidosos, los que daban golpes en las mesas, los que levantaban la voz para enardecer a los compañeros y los que animaban a pechazo limpio, Paul Lawrie lo hacía a la chita callando. El ritual en el vestuario era siempre el mismo y a mí me encantaba verlo. Se acercaba en silencio, por detrás de la ‘víctima’, lo agarraba por la cintura y le decía algo al oído. Jamás pude escucharlo, pero no tengo ninguna duda de que sus mensajes de ánimo a los compañeros calaban igual o más profundo que los otros. Sólo había que ver la cara de los jugadores después de hablar con Paul.
Lawrie es muy querido y respetado. Habla mirando a los ojos. Es un súper clase, con un talante espectacular. Tú lo ves vestido de calle y te da la sensación de que estás ante el mayordomo de algún palacete inglés. Hasta tiene cara de buena gente… Eso sí, es muy tímido y no es fácil verle sonreír. Salvo con Jiménez, claro…
Os cuento una anécdota que sucedió en el avión camino de Chicago. Miguel me hablaba de Lawrie que estaba sentado justo delante. Me comentó que era la persona que vivía más al norte de Europa. Por hacer la gracia y para que lo escuchara, me lo dijo en inglés «…of all Europe». Pero claro, el bueno de Paul no lo escuchó bien y le respondió: «no, no, the old are you» (el más viejo eres tú). Miguel le aclaró lo que había dicho y ya se pueden imaginar… ahí sí que se río con ganas. Por cierto, durante todo el viaje de ida y de vuelta en el avión estuvo leyendo. Era el ‘culturetilla’ del equipo Ryder.
Lo cierto es que sin hacer mucho ruido, Lawrie aportó muchísimo al equipo. Me llevo una imagen espectacular de él y su forma de jugar es muy parecida a su personalidad. También es silencioso, no hace mucho ruido, pero sus golpes te dejan con la boca abierta.
