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Ponerse el traje de los domingos

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Por David Durán

Experiencias como la vivida ayer por Pablo Martín en Vilamoura escuecen lo suyo…

Cada deportista asume y digiere estas situaciones como puede y a su modo. La madurez deportiva está precisamente en hacer realidad aquel famoso tópico: 'se aprende mucho más de las derrotas que de las victorias, de los fracasos que de los éxitos'.

Porque no lo olvidemos, todo deportista cae derrotado y tropieza. No se libran ni los más grandes. Ya te puedes llamar Tiger, Roger o Rafael, precisamente porque su nivel de expectativas, el tamaño de sus objetivos, son inabarcables incluso por ellos: Tiger considera un soberano tropiezo no ganar un 'major'. Pues eso.

Para entender a fondo y valorar el momento actual del golf de élite en España es necesario darse cuenta de que disfrutamos de un ramillete importante de jugadores, capaces de cuajar todos ellos semanas de golf que les ponen mirando al liderato el domingo. Después se gana o no, porque la competencia es muy dura.

Pablo Martín es uno de ellos. Indiscutiblemente. Y tiene 24 años. Es muy cierto que su ranking mundial, por ahora, no resulta espectacular. Pero no olviden esto: se cuentan con los dedos de una mano los jugadores del circuito que a su edad consiguen ponerse tres, cuatro o cinco semanas al año el traje de los domingos. Dicho de otro modo: tener opciones de victoria en y durante los últimos nueve hoyos dominicales (él suma al menos tres ocasiones en 2010). Así de complejo es este deporte.

Santiago Segurola, en un reciente artículo de opinión en marca.com, reflexionaba: "se necesita una buena dosis de ego -no vanidad hueca- para triunfar". Él hablaba de fútbol. En realidad, la reflexión es válida para casi cualquier actividad. Qué decir del golf. Porque ese ego es sólo una metáfora de la confianza que se tiene en uno mismo.

Pablo Martín nada tiene de vanidad hueca. Probablemente sí necesita algo más de ego, en el sentido mencionado. Que le pregunte a Poulter. O a Jiménez.