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Un doble bogey, un bogey, un doble bogey y un gesto con el que me gana para siempre

Soren el Grande

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Kjeldsen no es consciente, ni tiene por qué serlo, de lo bien que me cae. Las bromas de uno de sus hijos durante la festiva ronda de los pares 3 en Augusta multiplica esa sensación que viene de lejos. Seguramente, desde que lo tuve cerca, allá por 2008, en este mismo escenario: Valderrama. Nos separan más de 25 centímetros de estatura y habitualmente hago chascarrillos sobre el mal humor que gastan en general las personas menudas. Sin embargo, con el danés me ocurre lo contrario. Desprende buen rollo, mucho mejor que su compatriota Thomas Bjorn, y me cayó simpático entonces. Ganó el torneo. Bien.

Yo tenía en aquella época cierta predilección sin motivo alguno por otro paisano y además tocayo: Soren Hansen. Pueden dar fe de ello los compañeros de Ten-Golf, a quienes siempre les preguntaba por las andanzas, más bien desventuras, de uno de mis jugadores favoritos. Fue perdiendo crédito para mí y ganándolo Kjeldsen, a quien seguí de cerca cuando se llevó la victoria en Sevilla en 2009. Se colocó entre los 40 mejores del mundo aquel año, pero mis filias y mis fobias en absoluto tienen relación con el éxito de cada golfista.

Con el paso de los años fui perdiéndole la pista porque me aparté algo de la actualidad, aunque también es cierto que el hombre acaparó pocos focos al caer más allá del puesto 300 en el escalafón mundial en 2014. Pero ha vuelto con una fuerza arrolladora. Amante del viento, venció en Irlanda el año pasado y recuperó el brío. Me alegró verlo muy arriba en el Masters hace unos días (soplaba aire, ahí estaba él) y estaba deseando echarle el guante a algunos hoyos ahora en Valderrama para comprobar in situ que su golf con las rachas ventosas sigue siendo de mucha altura.

Lo dejé al par parcial y total tras el 13 en la segunda jornada. Prometía su vuelta en una jornada durísima. Iba a estar en la pelea por el triunfo el fin de semana, pero los infortunios en este deporte son infinitos y el tramo final se le atragantó: bogey al 14, doble bogey al 16, bogey al 17 y doble bogey al 18. Más seis en un pispás, a nueve del líder cuando hora y pico antes estaba a tres…

Pero Soren es un grande. Después de firmar la tarjeta, atendió con una sonrisa de oreja a oreja a una chica de 15 años que lo entrevistó. «Great future», le dijo a la jovencita que tiene claro que su porvenir está en el periodismo. Así es Kjeldsen y así dejo aquí escrito que si no gana un español el domingo en Valderrama, voy con él.