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Tributo a Seve

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Por Nacho Bermudo, profesional del Real Club de Golf de Sevilla 

ImageHace poco que volvimos de las previas del Open y son muchas las cosas que me han impresionado de los británicos. Pero lo que hizo que recordara anécdotas e imágenes de cuando era pequeño fue el comentario del primer taxista que nos llevó al club…

Nos preguntó lo típico cuando montas en tu coche a tres personas con bolsones de palos en medio de la ciudad, y cuando se enteró que éramos profesionales españoles, nos dijo con palabras totalmente sinceras que su jugador preferido de toda la vida había sido Seve Ballesteros.

Fue algo que pasamos un poco por alto, pero que después de pasar allí cuatro días y ver cómo viven el golf en las Islas me hizo pensar en ciertas cosas que los españoles pasamos por alto y que no supimos apreciar en su momento. Por mi edad no pude disfrutar de la mejor época de Seve y crecí con la sensación de que había sido un grande del golf y poco más. Como casi siempre en este país no valoramos lo que tenemos en casa. Menos mal que tenemos a los guiris para recordarnos de vez en cuando lo que verdaderamente ha sido Seve en el golf: un dios.

Que un señor taxista aficionado a golf recordara una vez que pudo ver a Seve en Wentworth como algo único en su vida da que pensar. No descubro nada si digo lo que todos sabemos respecto a los triunfos y habilidades de Severiano, pero son este tipo de detalles los que hacen que un deportista pase a la historia.

Allí recuerdan su juego como algo fuera de los normal, extraordinario, mágico, imprevisible…

Se maravillaban con sus escapadas y sus recuperaciones, con sus potentes drives desde el tee de salida, con esos golpes imposibles desde debajo de los árboles.Creo que no hemos sido justos con Seve. Ni desde las altas esferas, ni desde los responsables del deporte en nuestro país, ni desde el propio mundo del golf… Quizá se debe a su carácter un tanto especial y poco mediático, pero eso no quita que el golf europeo, tal y como lo conocemos hoy día, sea producto del arte y la magia de don Severiano Ballesteros.