Inicio Blogs Golpe a golpe Dientes largos

Dientes largos

Compartir
Aficionados en el U.S. Open.
Aficionados en el U.S. Open.

Si canturreo “de tenerte en mis brazos musitando palabras de amor”, algunos lectores o lectoras se alejarán un par de pasos de mí ante este súbito arrebato romántico, pero es posible que en el cerebro de la mayoría se grabe una sola palabra: “ansiedad”. Al margen de cualquier otra consideración técnica, el golf es el control de muchas pequeñas ansiedades. Si quiere tener éxito en el campo, el profesional ha de refrenar la zozobra generada por los nervios o los imponderables para dejar que la técnica fluya y el talento se canalice, pero como bien dice Scott Stossel, periodista y editor de The Atlantic, «ocultar y reprimir la ansiedad produce, de hecho, más ansiedad». Difícil equilibrio.

El «ansia viva», esa colorista expresión manchega de la que han sacado partido madres y cómicos desde hace decenios, amenaza con destruir nervios y tarjetas al mismo tiempo. Profesionales y amateurs hacen suyo el “vivo sin vivir en mí” de santa Teresa para llevárselo al terreno golfístico, y dicha ansiedad, barnizada de impaciencia, rige gran parte de sus vidas. Las expectativas, la anticipación y los impulsos se alían para hacer mella en el ánimo.

Fuera del campo de golf también resulta difícil controlar esa inquietud. El ansia por mejorar nuestro juego desata prontos consumistas que nos lleva a buscar el grial en forma de nuevos palos, prendas de vestir, bolas y complementos cuya compra compulsiva amenaza con acabar con la paz familiar. Los verdaderos aficionados también reflejan esta ansiedad en su seguimiento de las grandes citas de este deporte. Nos tiramos muchos meses pendientes de la llegada del Masters, pero en cuanto acaba la cita de Augusta ya estamos pensando en el U. S. Open; eso sí, termina el abierto estadounidense y solo tenemos ojos para el Open Championship, y cuando este finaliza… a quién quiero engañar: el PGA Championship sigue siendo el hermanito pobre pese a su carácter democrático y su acumulación de talentos.

Sergio García firmando autógrafos en el Andalucía Valderrama Masters. © Golffile | Eoin Clarke
Sergio García firmando autógrafos en el Andalucía Valderrama Masters. © Golffile | Eoin Clarke

Del mismo modo, cada cual tiene sus filias y sus fobias, y gracias a ellas seguimos con especial atención a los (y las) golfistas que más admiramos (y este año los españoles están dando un recital). Quien piense que el fenómeno fan queda restringido al ámbito musical, televisivo o cinematográfico está muy equivocado. Sale Tiger Woods pegando un stinger marca de la casa y ya estamos salivando cual perritos de Paulov y pensando si volverá como las oscuras golondrinas de su tarjetón los birdies a colgar.

Keith Pelley. © Golffile | Phil Inglis
Keith Pelley. © Golffile | Phil Inglis

A duras penas controlamos nuestra agitación al escuchar a Keith Pelley anunciar en público que su objetivo es conseguir que el Andalucía Valderrama Masters sea un torneo de la Rolex Series (con un mínimo de siete millones de dólares en la bolsa de premios). También nos ilusionamos (e impacientamos) al saber que otra de las metas del circuito que dirige es conseguir que haya dos citas del calendario en nuestro país. Para que sea posible, todas las entidades implicadas, especialmente el European Tour y la RFEG, deberán aparcar la ansiedad generada por sus recientes encontronazos y buscar nuevas vías de colaboración. La suerte del Open de España, uno de los torneos con más solera del continente, depende de ello.