Inicio Blogs Golpe a golpe Lawson Little, pequeño pero matón

Lawson Little, pequeño pero matón

Compartir
Lawson Little.
Lawson Little.

“¡Maldita sea mi estampa!”, atronó una voz en la caseta de caddies del Prestwick Golf Club. Los allí congregados estaban curados de espanto y no se escandalizaron por el improperio, ya que los caddies eran conocidos por su lengua sucia y su afición a la bebida, una combinación explosiva. Aun así, estos imprescindibles ayudantes se guardaban mucho de blasfemar en presencia de los caballeros amateurs a los que habitualmente servían en este diabólico links que fue sede del primer Open Championship. Habían pasado ya 74 años de aquella cita histórica y Prestwick volvía a acoger otro campeonato de relumbrón, el Amateur Championship de 1934. En la caseta se acababa de celebrar el habitual sorteo para asignar ayudantes a los golfistas que los precisaban, ya fueran jugadores de las islas o foráneos, y el exabrupto que todos oyeron les dejó claro que aquel caddie veterano no estaba contento con el amateur que le había tocado en suerte.

Little solía llevar en la bolsa entre 26 y 31 palos, todo un lastre para sus caddies en los duros y ventosos links escoceses

Para muchos de los allí reunidos, especialmente los más bisoños, el nombre de Lawson Little apenas les decía nada, pero los que conocían al estadounidense lanzaron miradas comprensivas al enfurruñado caddie. A este no le había dado un ataque agudo de xenofobia ni le asustaba el carácter hosco e irascible de Little, habitual entre amateurs de alta cuna embarcados en competiciones de fuste, ni tampoco le preocupaba cobrar poco, ya que las tarifas a los caddies estaban estipuladas y Little no era tacaño con las propinas. Su inquietud era puramente física, ya que su futuro patrón tenía una costumbre que hacía mella en el lomo de todos los caddies que acababan acompañándolo. Lawson Little era la antítesis de Francis Ouimet o Chick Evans, que demostraron su habilidad y frugalidad al ganar los U. S. Open de 1913 y 1916 con solo siete palos, ya que el estadounidense solía llevar en la bolsa entre 26 y 31 palos (según el periodista Herbert Warren Wind), todo un lastre para sus caddies en los duros y ventosos links escoceses.

Lawson Little.
Lawson Little.

Little: «Los ganadores son quienes pegan mejor sus malos golpes»

En aquellos años, y aprovechando que no se limitaba el número de armas que cada golfista podía llevar en su arsenal particular, había jugadores que se preparaban para cualquier posible eventualidad y metían en una bolsa, además del juego de palos «estándar», un driver de repuesto, spoons (una especie de madera 5) de base plana para lies duros y otros de panza más redondeada para las zonas de rough, jiggers (el equivalente al chipper actual), un par de hierros viejos para sacrificar en caso de tener que dar golpes problemáticos, un palo para jugar a zurdas, varios putters para distintos tipos de greens… Little llevaba aún más allá esta escalada armamentística y solía contar con nueve maderas y siete wedges distintos, complementos ideales para su atinado juego corto. El Royal & Ancient y la USGA tardaron aún cuatro años en poner coto a este despropósito al incluir en 1938 la regla 4-4 que estipula el máximo de palos que es posible llevar en la bolsa (14), y Lawson Little aprovechaba al máximo este vacío legal para desgracia de sus compañeros de fatigas.

Lawson Little alcanzaba unas distancias espectaculares con un hook exagerado que conseguía poniendo la bola atrasada al pie derecho

Más allá de esta curiosidad logística, William Lawson Little era un golfista de 24 años y de palmarés relativamente modesto hasta el momento, más conocido por una baladronada que soltó en el U. S. Amateur de 1929 al ganar en la segunda ronda a Johnny Goodman, que a su vez había dado la sorpresa al imponerse al favorito Bobby Jones. Little había declarado que «ojalá Goodman le hubiera dejado a Jones», una herejía impopular que, según los puristas, atentaba contra la inmaculada figura del mejor amateur de todos los tiempos. Aun así, había conseguido varias victorias en California en el lustro previo y se había ganado un puesto en la Walker Cup de 1934 tras demostrar su carácter indómito y aguerrido en el U. S. Amateur del año anterior, torneo donde alcanzó las semifinales y convenció al seleccionador, el ilustre Francis Ouimet. Hijo de un coronel del cuerpo médico del Ejército de EE. UU., Little se había pasado toda su infancia y adolescencia de base en base acompañando a su progenitor, hasta establecerse finalmente en San Francisco y licenciarse en Económicas en Stanford a la vez que frecuentaba el Presidio Golf Club, uno de los campos californianos más bellos y exigentes. Alumno de Ernest Jones y Tommy Armour, que le inculcaron un swing intuitivo y adaptado a sus peculiaridades, Little afrontaba cada vuelta de golf como si fuera una incursión en territorio enemigo, quizá por sus antecedentes militares. Bajito —medía solo 1,65 m—, recio y robusto, Little era un perro de presa que, no obstante, asombraba por su capacidad de concentración. «El hombre que no planee todos los golpes al máximo de su capacidad intelectual no luchará por los campeonatos. Los ganadores son quienes pegan mejor sus malos golpes», era uno de sus mantras. Apodado «Bala de cañón», solo le sacaba de quicio que le superaran desde el tee, ya que alcanzaba unas distancias espectaculares con un hook exagerado que conseguía poniendo la bola atrasada al pie derecho.

Lawson Little y Johnny Goodman.
Lawson Little y Johnny Goodman.

Little llegaba al torneo después de haberse lucido en la Walker Cup de aquel año disputada poco antes en el Old Course de St. Andrews. En aquella cita que enfrentaba a las selecciones amateurs de las islas y de Estados Unidos, Little y Johnny Goodman vapulearon por 8&6 a a R. H. Wethered y Cyril Tolley, y luego Little se desembarazó sin problemas otra vez del local Cyril Tolley por 6&5. Tras darse la mano, un espectador del partido dijo en voz alta: «Tolley le está dando las gracias por la lección». Por eso, un buen número de aficionados escoceses e ingleses consideraron que el 14 a 1 que se ofrecía por un posible triunfo de Little en el Amateur Championship era una ganga y apostaron por el hijo del coronel. Para alegría de quienes lo apoyaban y, sobre todo, de la espalda de su caddie, el estadounidense respondió a esta confianza arrasando en sus seis primeros partidos, que finiquitó mucho antes de llegar al hoyo 18. Luego, Lawson se topó con el primer obstáculo serio en su lucha por el título, ya que el inglés Leslie Garnett conseguía empatarle el partido de semifinales en el último hoyo, el exigente hoyo 18 de Prestwick, con un larguísimo e inverosímil pat, pero Lawson no tardó en reponerse y remató el partido en el 19.

Little consiguió  la victoria más abultada de la historia en el Amateur Championship, un récord que aún perdura

Su rival en la final era James Wallace, un carpintero de Troon de 30 años que había demostrado su calidad al eliminar a cinco jugadores de la Walker Cup de camino a la final. Como era lógico, el escocés contaba con el apoyo de los lugareños, salvo de aquellos que habían apostado unas libras por el estadounidense y del malhumorado ayudante a quien ya no pesaban sus palos. Media hora antes de la final, Little se afanaba en la zona de prácticas y su caddie sonrió al ver que todos los golpes alcanzaban su destino, que el swing triunfador de las jornadas previas seguía ahí, grabado a fuego en sus músculos. Taciturno y de pocas palabras, el hijo del coronel dedicaba una atención minuciosa a cada golpe mientras a su alrededor el corrillo de curiosos crecía. Con su inconfundible cabellera ondulada y morena peinada hacia atrás, Little partió hacia el tee de salida con ganas de entrar en acción cuanto antes para conservar las buenas sensaciones que se llevaba de la cancha de prácticas. Se le veía molesto con la demora por las formalidades y las presentaciones, inquieto como una fiera enjaulada, pero cuando llegó el momento de pinchar bola dejó atrás todo aquello y se concentró como solo él sabía hacerlo para afrontar esa final a 36 hoyos.

Lawson Little y Bobby Jones.
Lawson Little y Bobby Jones.

El primer compromiso lo ganó con par después de que Wallace flaqueara en el green e hiciera tres pats, luego empataron el segundo con birdie y en el tercero, el temido «Cardenal», Little asombró con dos maderas tremendas y un pat de más de once metros para eagle. Ese primer golpe de efecto dejó sin resuello a Wallace, y el estadounidense aprovechó para apuntarse los tres hoyos siguientes de manera consecutiva y seguir con un ritmo apabullante. Little acabó los 18 hoyos iniciales con 66 golpes extraoficiales (ya que se jugaba en modalidad match-play), cinco menos que el récord de Macdonald Smith y ocho por debajo del par de Prestwick, 74 en aquellos tiempos. Se había anotado un eagle, cuatro birdies y se había dejado por el camino otra media docena de oportunidades. En resumidas cuentas, se fue a comer doce hoyos arriba en el marcador, para pasmo de todos los espectadores. Sin embargo, la digestión no hizo mella en el ritmo del golfista de San Francisco y ganó el primer hoyo de la reanudación tras embocar un pat de doce metros para birdie. Después, logró otro en el hoyo 4 y remató en el 5 para dejar el marcador en 14&13, la victoria más abultada de la historia en el Amateur Championship, un récord que aún perdura. Little había jugado 23 hoyos en menos diez y se había apuntado doce «treses» para convertirse en el tercer estadounidense que ganaba el Amateur Championship. Según Bernard Darwin, célebre periodista de golf y nieto del autor de El origen de las especies, fue «una de las exhibiciones más tremendas de la historia del golf».

Lawson Little posa con el trofeo de ganador del U.S. Amateur de 1934.
Lawson Little posa con el trofeo de ganador del U.S. Amateur de 1934.

Pero los éxitos no acabaron en aquellos meses mágicos en tierras escocesas. Poco después ganaba el U. S. Amateur de 1934 en el Country Club de Brookline, otro recorrido histórico, e igualaba la hazaña de Harold Hilton y Bobby Jones, al lograr el título en los torneos amateurs más reputados de las dos orillas del Atlántico. Al año siguiente, el arisco Little defendía su título del Amateur Championship en Royal Lytham & St. Anne’s y el del U. S. Amateur en el Cleveland Country Club, logrando el llamado «Little Slam» (en homenaje al Grand Slam de Bobby Jones en 1930) al encadenar cuatro títulos de primera fila (majors en aquella época) y 31 partidos ganados consecutivos en match-play.

Little posee tres plusmarcas que siguen en los libros de récords después de más de 80 años

De este modo, Little pasó de ser «el tipo que ganó al tipo que ganó a Bobby Jones» a poseer tres plusmarcas que siguen en los libros de récords después de más de 80 años —la victoria más abultada en un Amateur Championship, ganar dos veces de manera consecutiva ese torneo y el U. S. Amateur, y lograr la racha de victorias en match-play más larga (31)— y a ser «el mejor jugador de match-play de la historia del golf» en palabras del periodista Charles Price. Pese a ello, pocos son los aficionados que lo tienen en mente y, gracias a la regla 4-4 instaurada por el Royal & Ancient y la USGA, ya no hay caddies que se acuerden de él, de su familia y de su mala costumbre de afrontar cada partido con un cargamento inmanejable de palos de golf.

Consulte aquí el blog de Óscar Díaz