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Permanezcan en sintonía

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Jarmo Sandelin. © Eoin Clarke | Golffile
Jarmo Sandelin. © Eoin Clarke | Golffile

Los grandes circuitos han perdido una oportunidad única para llenarse los bolsillos. Imagínenselo: “Si durante la retransmisión caza a un jugador infringiendo una regla, llame al 906 969696 y denuncie el caso solo por dos euritos el minuto si llama desde una línea móvil y cuatro euros y la sangre de su primogénito si llama desde el fijo”. Sin embargo, han preferido dar la espalda a esta posible fuente de ingresos que explotaría el “síndrome de la gorra y el pito” que todos llevamos dentro en mayor o menor medida. Mientras en los concursos televisivos y los espacios de telerrealidad se persigue al espectador para que participe y se exprese (bueno, más bien para que suelte la pasta) el golf ha decidido cerrar esa vía y evitar de este modo los rearbitrajes diferidos a causa de las llamadas de los televidentes. Y creo que debemos congratularnos por ello.

Habrá quien se acuerde del “Quis custodiet ipsos custodes” (o ¿Quién vigila a los vigilantes?) de Juvenal

Al final, los principales circuitos, asistidos por la USGA y el Royal & Ancient, han decidido vetar la colaboración ciudadana y reforzar sus equipos arbitrales con un colegiado que se centrará en seguir la señal televisiva para captar cualquier irregularidad que pudiera darse. Los golfistas más mediáticos, evidentemente, seguirán siendo los que se sientan más “seguidos”, pero la balanza de la justicia ya no estará en manos de los televidentes. Habrá quien se acuerde del “Quis custodiet ipsos custodes” (o ¿Quién vigila a los vigilantes?) de Juvenal y quien prefiera la democratización de la vigilancia, pero lo cierto es que llevábamos ya treinta años de rectificaciones extrañas, intrigas a destiempo y penalizaciones estrambóticas por las intervenciones más o menos bienintencionadas de espectadores con ínfulas de jueces. Desde el primer caso histórico, cuando Craig Stadler acabó descalificado en el San Diego Open de 1987 por “construirse” un stance al ponerse una toalla bajo las rodillas para pegar un golpe en una postura complicada, al último estallido mediático, la penalización de cuatro golpes a Lexi Thompson que en el ANA Inspiration de abril, han sido numerosos los casos en que la participación de alguien ajeno a un torneo ha influido en su resolución. Aunque el lío de Tiger Woods en el Masters de 2013 y la mencionada penalización de Lexi Thompson hayan sido los casos más mediáticos, el ejemplo más extravagante quizá fuera el protagonizado por el no menos excéntrico Jarmo Sandelin y el estadounidense Mark O’Meara en el Lancome Trophy de 1997. Curiosamente, el espectador que advirtió la irregularidad tardó varias semanas en comunicarlo.

Craig Stadler acabó descalificado en el San Diego Open de 1987 por “construirse” un stance al ponerse una toalla bajo las rodillas

Conocido por su llamativa imagen, sus gafas a lo King África y su driver de longitud imposible, el sueco de origen finés Jarmo Sandelin se estaba jugando el título del aquel Lancome Trophy con O’Meara en septiembre de 1997 y finalizó segundo a un solo golpe del estadounidense. Las tarjetas se firmaron, el trofeo y el cheque se entregaron y todo quedó aparentemente zanjado, pero varias semanas después del final del torneo un espectador sueco vio el torneo grabado y advirtió que Mark O’Meara había repuesto la bola más cerca del hoyo al ir a rematar un putt de poco más de medio metro en el hoyo 15. El espectador se puso en contacto con el comentarista sueco Goran Zachrisson, que a su vez le trasladó el caso al European Tour.

Tiger Woods y Mark O'Meara, cuando conquistaron la Copa del Mundo. q
Tiger Woods y Mark O’Meara, cuando conquistaron la Copa del Mundo.

El golf ya no se rearbitrará desde casa

Pasaron las semanas y a mediados de febrero John Paramor, uno de los pesos pesados del arbitraje mundial, vio las imágenes y la semana antes del Masters le pasó una copia a Mike Shea, director de reglas del PGA Tour. Para Paramor (perdonen ustedes la cacofonía), la bola estaba mal repuesta, con lo que O’Meara tendría que haber sufrido una penalización de dos golpes o ser descalificado por firmar una tarjeta incorrecta sin anotarse tal penalización, pero el torneo estaba más que zanjado y pensaba que no se podía hacer nada, más allá de hacer ver a O’Meara que se había “equivocado” al reponer la bola (algo que el estadounidense terminó reconociendo).

Sin embargo, el combativo y bullanguero Sandelin no se resignó y escribió a O’Meara (con una copia del vídeo del incidente) para reclamarle explicaciones, y no quiso olvidarse el asunto. De hecho, Sandelin lo hizo público a la prensa y exigió a O’Meara que devolviera el trofeo y el premio económico, algo que, evidentemente, no consiguió. La única satisfacción para Sandelin es que, durante bastante tiempo, en los vestuarios profesionales al estadounidense se le apodó con el ocurrente “Mark it Nearer” (“márcala más cerca”), haciendo un juego de palabras con su nombre y apellido.

En los vestuarios profesionales a Mark O’Meara se le apodó con el ocurrente “Mark it Nearer”

En el asunto que nos ocupa, solo queda desear suerte a los árbitros implicados en el seguimiento televisivo y esperar que no se repitan situaciones como las del US Open de 2016 con Dustin Johnson. Por otro lado, aunque ya no vayamos a vivir culebrones como el que protagonizaron Sandelin y O’Meara ni podamos participar activamente en el arbitraje de los torneos, los espectadores tenemos motivos más que suficientes para pegarnos a las pantallas en 2018. El regreso de Tiger Woods, el duelo entre los principales exponentes de la nueva generación, la pujanza de Jon Rahm y Sergio García, y la igualdad en la cima del golf femenino son razones de peso para que permanezcamos en sintonía.