Ha sido un año raro y no es fácil hacer balances. ¿No os pasa a vosotros que parece que marzo ocurrió hace ya mucho más tiempo? Yo desde luego tengo esa sensación. Me cuesta pensar en algo que hubiera pasado más allá del confinamiento. En cualquier caso, eso es algo de lo que hablaremos la próxima semana, habrá tiempo. Os contaré en mi blog cómo me he sentido en el campo, la evolución en los Grandes y algunas cosas de mi calendario, no mucho, porque ahora mismo parece imposible hacer planes a medio o largo plazo, pero sí unos apuntes.
Pero ya os digo, el tema del golf lo apartamos esta semana porque os quiero anunciar otra cosa mucho más importante para mí. Kelley está embarazada de 20 semanas. Obviamente, los más allegados lo saben, pero para el resto hemos preferido llevarlo de manera más reservada. Ahora que ha terminado el año en lo que se refiere a competición, creo que es un buen momento de compartirlo con todos.
El embarazo es precisamente una de las razones por las que he decidido no moverme de Estados Unidos. No voy a jugar ningún torneo más y, aunque me duele mucho no poder defender el título en el DP World Tour Championship, creo que es el momento de ser precavido e inteligente. No sólo no voy a jugar ningún torneo más hasta 2021, sino que tampoco voy a ir a España. No quiero poner en riesgo a mi familia viajando a Bilbao, ni tampoco me apetece poner luego en riesgo a la vuelta a Kelley. Os aseguro que es una decisión difícil, pero sinceramente creo que es lo más responsable.
Seguro que alguno se habrá puesto a echar cuentas después de leer que Kelley está de 20 semanas… Al resto, os ahorro el trabajo. ¿Sabéis cuándo sale de cuentas? Efectivamente, el día 12 de abril. ¿Y ese día cuál es? Efectivamente, el lunes después del Masters de Augusta. Ni lo dudéis, si el parto se adelanta o por lo que sea coincide con el torneo, cogeré un avión y estaré con ella. Si toca perderse el Masters, me lo perderé…
