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Adolfo Juan Luna despide el año desde su trastienda con una versión de Cuento de Navidad en Muifield

Cuento de Navidad en Muirfield

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El 31 de diciembre suele ser el día en el que se hace un repaso de lo más destacado del año. Cadenas de televisión, periódicos y medios en general recuerdan los acontecimientos más importantes. No haremos una excepción en mi sección. Volvemos en este caso al mes de agosto. Quizás no sea el logro más importante del año, seguro que no, pero es el que por suerte me tocó vivir en primera persona. Y como soy de los que piensa que las buenas crónicas hay que vivirlas para poder contarlas, no había mejor acontecimiento para narrar que el British Boys de Muirfield.

Es sábado 6 de agosto. La expedición está lista para embarcar rumbo a Edimburgo. Once jugadores bajo la tutela de dos técnicos: Fran Parrón y el cronista. Hay muchos más españoles que van al torneo, pero bajo nuestra responsabilidad están los siguientes: Alejandro Aguilera, Eugenio López-Chacarra, Ignacio Montero, Ángel Hidalgo, Joan Tous, Miguel Bisellach, Eduard Rousaud, Íñigo Beñarán, Íñigo Romero, Borja Martín y Alejandro del Rey, que llegará un día más tarde al regresar del Europeo Individual. No todos partimos del Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Nos encontraremos en el aeropuerto de Edimburgo. Casualidad o no, el grupo es una piña. Esperando al vuelo de unos y otros tenemos la primera toma de contacto. Sentados en las incómodas sillas del aeropuerto empiezan a surgir las historietas del verano. Muchas risas y buen rollo. El clima British ha comenzado.

Todo llega a buen puerto. 11 bolsas de palos y 13 maletas. Primer birdie del torneo. El segundo escollo de estos viajes suele ser el hotel. Llegar a un hotel British es siempre una incógnita. Están a años luz de España así que nunca sabes qué te puedes encontrar. Das por hecho que las habitaciones serán cutres y que el wifi irá bastante mal pero siempre puedes encontrarte alguna sorpresa de última hora. Pero todo va sobre ruedas. Es un Premier Inn muy correcto. Habitaciones espaciosas y un wifi que no marcha mal. De las camas y el wifi podría contar alguna anécdota, pero la mantendré oculta. Alguno se reirá cuando lo lea; con eso es suficiente. El único bogey hasta el momento es la distancia entre hotel y campo, aproximadamente 30 minutos. Eso supone auténticos palizones con 11 jugadores en liza.

En plena faena

Dos días de entrenamiento. Uno en cada escenario: Renaissance y Muirfield. Dos días terribles de viento. Cuesta un mundo hacer un par. Dos días en los que se puede vislumbrar quién puede tener más opciones de hacer algo importante. Eso piensa uno, pero la realidad siempre suele ser diferente.

Nos metemos de lleno en la competición. No os voy a contar qué es lo que sucedió porque lo sabéis de sobra, pero sí contaré alguna anécdota. Después del primer día de juego queda todo en el aire. Tan solo se clarifica, un poco, quienes tienen el corte prácticamente hecho. Está cayendo la tarde en Renaissance. El día ha sido de locos. Lluvia, viento, frío. Todos los ingredientes para hacer un resultado abultado. Sólo tenemos en el corte a Alejandro del Rey y Alejandro Aguilera y sólo nos quedan dos jugadores en el campo: Bisellach y Montero. Ambos han tenido el peor turno posible. Sus primeros hoyos han sido terribles. Un bogey tras otro hasta prácticamente quedarse sin opciones de nada. Pero la tarde nos aguarda dos momentos mágicos. Bise, que se ha rehecho de forma milagrosa, se mete en el torneo con un par al 18 indescriptible. Damos por hecho que tendremos tres jugadores en las rondas de match. En ese momento, nos vamos a la Press Room para sacar los billetes de avión de aquellos que han fallado el corte. El British es un torneo en el que siempre sabes cuando empiezas, pero nunca cuando acabas, así que la improvisación es la tónica de la semana. Mientras estamos tramitando los billetes, Alex recibe un mensaje en el móvil: Birdie de Montero. Otro birdie más, éste en el 16. No damos crédito a lo que escuchamos. Hace una hora estaba a tres-cuatro golpes del objetivo bajo una lluvia tremenda, y ahora nos encontramos que está en el tee del 17 y que con dos pares logrará el objetivo. Le digo a Fran y a los chicos que hay que dejarlo todo e irnos a verlo. Corriendo como locos por la calle del 18 nos plantamos en el green del 17. Todavía hoy se me ponen los pelos de punto al recordar aquellos dos pares de Nachete. Os prometo que era un milagro hacerlos, sobre todo después de donde había enviado sus golpes de salida. «Es imposible que haga par», decían varios de los chicos. Esa tarde del 10 de agosto se empezó a fraguar la historia de este British. Solo os diré, y tengo que reconocerlo, que después del primer partido que gana Raspu no daba mucho dinero porque llegara tan lejos. Pero no es menos cierto que a partir del segundo partido empecé a soñar despierto. No creo que los gentleman de Muirfield hayan visto un golf de tanta calidad como pudieron ver aquella semana.

Y como una imagen vale más que mil palabras, para que os voy a contar algo que podéis ver. Que lo disfrutéis con la galería de fotos.