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Álvaro Quirós, el poder de la intención

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Mi primer torneo en el European Tour junto a Álvaro Quirós, siendo su compañero de habitación y viviendo de cerca su primera victoria en el European Tour… Señores, modestamente, es una historia que no tiene desperdicio.

Siempre he tenido muy claro en la vida que casi todo se consigue con actitud, que el poder de la intención tiene mucha más fuerza de lo que creemos: querer es poder.

Un ejemplo claro de todo esto lo pude corroborar en diciembre del año 2006, jugando mi primer torneo del European Tour compartiendo semana junto a Álvaro Quirós.

Todos los que conocemos a Álvaro sabemos que cuando se hizo profesional no escatimaba optimismo ni autoconfianza. Para algunos podía resultar hasta arrogante, pero no era así. Él, simplemente, decía lo que sentía y tenía razón: 300 metros con el drive pegando recto y buen juego corto: «¡¡Este no es mi Tour!!»

Era cuestión de tiempo y así fue. Creo que conseguimos récord de victorias españolas en el Challenge Tour durante el año 2006, todo por cierto consecuencia del gran circuito nacional que teníamos en ese momento y también imagino del efecto contagio de unos con otros. El caso es que Álvaro logró ganar en Manchester y con algunos torneos buenos más consiguió categoría para poder jugar el European Tour del año 2006-2007.

Aquel año 2006 acabé muy cansado y preferí no jugar en Hong Kong. Me reservé para empezar en Sudáfrica con las pilas cargadas. Hablé con Álvaro para organizarnos el viaje juntos, cogimos los mismos vuelos y reservamos el hotel de las dos semanas en Leopard Creek y Port Elizabeth.

Empieza la gran aventura y para mí uno de esos viajes que nunca olvidaré.

Madrid-Johannesburgo-Johannesburgo-Kruger Mpumalanga

Nada más llegar al campo de prácticas de Leopard Creek sucedió una cosa que ya avecinaba una semana movidita. Era el primer día que pisábamos el campo. Ernie Els, mi ídolo, tiene una casa a la izquierda del hoyo 15, así que estaba allí el primero y solo pegando bolas. Subiendo con mi bolsa al hombro hacia el campo de prácticas divisé a lo lejos su swing. Shock. Enseguida la cabeza me empezó a dar vueltas: sabía que estaría pegando bolas junto al ídolo de toda mi vida… Cuando estaba a diez metros de él me paré y me quedé como atontado, viéndole pegar bolas… En ese instante, pasa a mi lado un tío alto, de fibras musculares muy rápidas y me suelta:

Álvaro: «¡¡¡¡Quilloooooo!!!!! ¡¡¡¡Parrónnnnn!!! ¿¿¿Qué haces????? Déjate de tonterías y ponte a pegar bolas que hay que ganarle a este tío esta semana».

Parrón: «Déjame que estoy aprendiendo para ver si hago las mismas que él».

Álvaro: «¡¡¡Callaaaaaa!!! ¡¡¡A éste le ganamos esta semana!!!».

Parrón: «Ya, como que tu no firmarías quedar igual que Ernie este torneo».

Álvaro: «¡¡¡Ni de coña!!!».

Resultado final del torneo: Álvaro Quirós 1º, Ernie Els 3º, Juan Parrón 52º. Parece que el poder de la intención de Álvaro surtió efecto.

Hay algunas cosas en la vida que ocurren por casualidad, pero esta no lo fue. Que ganara Álvaro fue una causalidad por su potencial ligado a la confianza que tenía en sí mismo.

Os cuento una anécdota muy graciosa de aquella semana. Estaba intentando dormir leyendo un libro y, de repente, Álvaro se incorpora y me empieza a mirar fíjamente, sonámbulo perdido y después de varios segundos sosteniéndome la mirada y poniéndome ya nerviosito suelta…

«¡¡No veas Parrón, qué pedazos de arañas hay por toda la habitación!!! ¡Voy a cargármelas todas!»

Se levantó, se fue al cuarto de baño y volvió con un bote de insecticida que yo veía por primera vez en toda la semana. Empezó a echar tanto veneno por toda la habitación que me tuve que tapar con las sábanas para poder respirar porque soy asmático a esos productos. Lo surrealista de esta historia es que al día siguiente, cuando nos levantamos y le cuento lo que había pasado, me dice partido de risa: «Venga ya», a ver dónde está ese bote de insecticida que yo no lo he visto en toda la semana. Fuimos al baño y no aparecía el maldito bote…

Nos fuimos al campo y cuando volvimos, entro en el baño, me siento en el wc y de repente veo la mitad del bote detrás de una pata del mueble de baño. Lo más ‘heavy’ de esta historia es que el subconsciente de Álvaro procesó dónde estaba el bote y sonámbulo fue directo a por él, sin embargo, consciente no recordaba haber visto ese bote por ninguna parte. Os garantizo que aquella noche, sin despertarse, se cargó a todo bicho viviente en aquella habitación.

Último día de torneo. Acabamos la vuelta varios jugadores y, mientras estamos almorzando, vemos que Álvaro pasa por el hoyo 9 metido en todo el cotarro del torneo. No sé por qué, si su carisma, su confianza, su poder de la intención, no lo sé, pero el caso es que casi todos pensamos entonces que se lo llevaba. Fue increíble, bajo presión se sentía más cómodo y parecía que cuantos más nervios tenía menos fisuras aparecían en su juego, al contrario que la mayoría de los humanos.

Recuerdo que preparamos champán, que ganó sin despeinarse demasiado y que salió del green del 18 sin llorar, ni brincos, ni puño a lo Tiger… Nada. Se empezó a descojonar y no paraba de reír. Estaba exultante. A partir de ese momento flipé con todo lo que pasó después: rueda de prensa de mi compañero de habitación, sí el que mataba arañas la noche anterior, celebración con los españoles en el hotel donde lo tiramos con ropa al agua y, al día siguiente, haciendo escala en Johannesburgo para ir a Port Elizabeth, de repente se le acerca uno de los pilotos y le dice:

«¿Eres tú el de la portada?»

¡¡Mi compi en las portadas de los periódicos!! De la noche a la mañana pasó de ser normal a mediático. Ojo, estas cosas no todo el mundo las sabe gestionar, pero él lo llevó de forma fantástica.

No sé si él se acordará, pero no me olvido del número. Llegamos al hotel después de tres horas de viaje y cuando entramos en la habitación del hotel y Álvaro enciende el teléfono tenía 63 mensajes de texto… Entonces no existía whatsapp y todo eso le había llegado sólo durante el trayecto de Kruger a Port Elizabeth…

Recuerdo que lo acribillaron a llamadas y mensajes durante toda la semana, que le pusieron con mi ídolo Ernie para jugar los dos primeros días y que jugamos una partida de entrenamiento contra dos argentinos. Creo que hicimos -11 a mejor bola. Para mí que yo tenía más subidón que él después de aquella victoria y nunca le he preguntado, pero imagino que sería porque la esperaba en cualquier momento.

En el golf hay miles de jugadores profesionales luchando cada día por ganarse un puesto en los circuitos Top del mundo y la barrera entre la élite y los que sufren para llegar a ella es sólo psicológica. La confianza en uno mismo es crucial para llegar a lo más alto, si además de buena actitud tienes el potencial de Álvaro, cualquier objetivo, para muchos imposible, se convierte en factible.

Sé que en estos momentos no está pasando por su mejor momento y que las lesiones han podido frenar el impulso inicial, pero no me cabe la menor duda de que cuando la salud le permita volver a disfrutar y consiga dejar que las cosas pasen porque sí, sin expectativas, estará donde le corresponde.

Un saludo a todos.