Os tenía que contar la experiencia en la India, donde hemos jugado este año el Avantha Masters. Yo no había estado antes. Como ya os adelanté, unos días allí te abren los ojos al mundo…
Como podéis imaginaros, tanto en el campo como en el hotel las cosas son más o menos normales. Pero en cuanto sales fuera, el impacto es tremendo. Una curiosidad: como el hotel estaba cerca del campo alguna vez fui andando y lo primero que te llama la atención es que los animales están sueltos, conviven con las personas. En uno de esos trayectos estuve acompañado un buen rato por un jabalí… Increíble.
Pero, evidentemente, lo que te abre los ojos es la miseria tan bestial y el modo en que la tienen asumida. En aquellos días terminas por tener una visión más global. Y ya no es sólo por el mundo del golf. Es que te das cuenta de un modo impactante de que nuestros problemas son insignificantes. Resulta una cura de humildad brutal y te ayuda a tener los pies en el suelo.
Evidentemente, el mundo no es como el que nosotros vivimos, con coches de cortesía y todo tipo de atenciones… Pero yo había estado en otros sitios, como Kenya, donde tambén hay mucha pobreza y no se llegaba a tanto.
Lo increíble es que muchas de esas personas que viven en condiciones terroríficas sí tienen un trabajo. Por ejemplo, enfrente de nuestro hotel, a unos 200 metros, había un barrio de chabolas. Pero no lo que entendemos nosotros por chabolas… Eran pequeños cuchitriles que no llegaban a un metro y medio de alto. Pues bien, allí, delante nuestro, un señor se lavaba tranquilamente y se vestía como podía con chaqueta y corbata para irse a trabajar. El trabajo no les da para más y eso impacta todavía más.
Lo dicho: una llamada a la realidad.
