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La decisión fácil

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Paul McGinley se ha dejado llevar, ha ido a las claritas y no ha querido líos. Por eso sus tres elecciones han sido Gallacher, Westwood y Poulter. Es perfil Ancelotti. Mejor mirar hacia otro lado que provocar un incendio. Ha dejado fuera al que era más fácil: Luke Donald.

Decía el propio McGinley segundos después de anunciar las tres elecciones que lo más difícil había sido llamar a Luke para comunicarle que se quedaba fuera del barco. Me temo que no, querido Paul. Era la llamada más fácil de las tres. Claro que duele telefonear a un tipo como Donald y decirle que no va, pero nada más dar al botón rojo del móvil uno respira aliviado sabiendo que el asunto queda ahí zanjado. Qué más quieren saber, Luke se despidió deseando suerte y diciendo “¡go, Europe!”.

Haber dejado fuera a Gallacher habría supuesto aguantar un aluvión de críticas. Era políticamente incorrecto. No, hombre, a Stephen no, tan buen jugador, tan buen tipo, sobrino de una leyenda como Bernard Gallacher, escocés, eso también, que se la jugó en Chequia y en Italia, que hizo birdies por todos lados en Turín para convencer al capitán (la famosa memoria a corto plazo del golf)… Gallacher, claro está, no habría puesto ninguna pega y su discurso habría sido muy similar al de Donald, pero McGinley sabía que iba a provocar mucho ruido por parte de algunos oportunistas. Y se juega en Escocia… Lío, mucho lío, muchas preguntas incómodas.

Lee Westwood es un peso pesado. Tiene ocho Ryder Cup a sus espaldas. Las ocho consecutivas. Quién se atreve a dejar fuera al inglés y evitarle un récord tan fabuloso como nueve Ryder seguidas. Además, todos sabemos que Westwood no duda en tirar con bala en sus declaraciones cuando lo estima oportuno. Es más difícil dejarlo fuera. Es una llamada más retorcida. Igual Paul no habría encontrado un tono tan amable al otro lado del teléfono.

Con Poulter no hay debate. Tiene que ir. Se lo ha ganado. Es más, a día de hoy a Poulter no se atreve a decirle que se ha quedado fuera del equipo ni el presidente de la Unión Europea.

McGinley ha tomado la decisión más fácil y se equivoca desde mi punto de vista. Donald tendría que estar en el equipo. Se lo merece más que Gallacher y que Westwood. Es más, yo habría llevado a los dos ingleses. Señores, no nos olvidemos, Gallacher no se metió en el equipo, y tuvo la oportunidad. Cosa que Jamie Donaldson, por ejemplo, sí hizo. Tenía que ganar y ganó. Gallacher tenía que quedar primero o segundo, y acabó tercero. Diferencias. Elegir a un rookie dejando fuera a Luke Donald, y con dos novatos ya en el equipo (Dubuisson y Donaldson), es, cuando menos, discutible.

Dos apuntes más: Donald formó parte básica en la historia de Medinah, jugando ese primer punto del mágico domingo, sí, ni Poulter, ni Westwood, fue Luke Donald quien pidió iniciar la remontada y a quien colocó Olazábal. Agallas.

Y por último, agarro al vuelo las palabras de Martin Kaymer ayer nada más acabar el Deutsche: “el capitán debería elegir a aquellos que él piense que van a ganar sus puntos individuales”. ¿Quién tiene más opciones de ganar su partido match play: Donald, Westwood o Gallacher? Creo que la respuesta es evidente. Si hiciéramos una encuesta ganaría por abrumadora mayoría Donald. ¿Por qué? Porque es el mejor pateador, porque ha ganado el Accenture y porque su récord individual en la Ryder es de tres victorias y una derrota, mientras que el de Westwood es de tres victorias y cinco derrotas. McGinley ha tomado una decisión cómoda.