Mi balance del año 2021 no puede ser positivo, porque ni siquiera he conseguido mejorar mi categoría en el Challenge Tour. De hecho, con todos los retoques que ha hecho el circuito europeo con las categorías de cara a 2022 no tengo muy claro dónde estoy yo y los torneos que podré jugar, aunque sí podré tener un calendario aceptable. Este año no conseguía que mi juego arrancara de verdad hasta mediados de temporada y después jugué muchísimos torneos, como tratando de recuperar el terreno perdido en esos primeros meses.
También hay partes positivas en el balance, porque he tenido este año tres torneos buenos. Tres top ten. Pero en el Challenge Tour hay que quedar más arriba, al menos en el top 5, para sumar de verdad. Está así montado, pero es algo que ya sabes y con lo que ya cuentas. Cuando estás ahí arriba una semana los pequeños detalles son los que le pueden dar la vuelta a un año, porque un puesto 20º, que no es una mala semana, quizá no te sirve de mucho, y en realidad has estado más cerca de lo que parece de meterte ahí arriba.
Hablando con mi entrenador, Fran Parrón, lo que queremos precisamente es cuidar esa finura en los detalles. Me refiero a ese golpe que a lo mejor te dejas cada día pegando de cien metros para abajo, porque mi juego largo ha estado bastante sólido en la segunda mitad del año. Queremos encontrar esa consistencia en esas distancias que van de los cien metros para abajo.
Ahora mismo, después de tantas semanas fuera compitiendo (llegué a jugar 18 torneos en 19 semanas entre finales de mayo y principios de octubre), estoy disfrutando el tiempo en casa y también haciendo buenos entrenamientos. El objetivo de la temporada que viene, por supuesto, será el de meterme ahí arriba en el Challenge Tour, en las plazas que dan la tarjeta del circuito europeo, aunque en realidad lo que uno quiere es sentir esa sensación de estar ahí un domingo con opciones de victoria. Al final, claro, una cosa lleva a la otra.
