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Entrevista | El jugador de Guadiaro explica el túnel en el que se metió hace cinco años, lo que ha sufrido y lo que está haciendo para volver

Álvaro Quirós, a pecho descubierto

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«Muchas de las alegrías que tengo hoy en día son las que me da el Atleti, ¡es pura inspiración! Sin olvidar que hace nueve meses llegó lo mejor de mi vida, que es mi hijo Álvaro, y si Dios quiere en dos meses tendrá un hermanito». Esas han sido sus grandes alegrías en una larga temporada frustrante profesionalmente, en la que golpe a golpe ha bajado hasta tener que empezar, prácticamente, de cero. 

«Es como empezar de nuevo, construyendo el swing… Todo viene del año 2011, cuando gané mi último torneo aquí en Dubai, donde vivo ahora; llegué a estar entre los cuarenta mejores del mundo y me dejé convencer por la moda de esa época. Yo tenía un swing muy agresivo y quise hacer un cambio tipo Luke Donald, algo más constante y empujé a Pepín Rivero (su entrenador entonces) a hacerlo, que no quería pero fue decisión mía. Allí empezó la ruina. A partir de ahí no fueron bien las cosas, perdí frescura, alegría, confianza, y la fe, se perdió todo. A finales del 2012 me operaron de la mano y perdí naturalidad. Las cosas no salían y, agradecidísimo a Pepín por todo su apoyo durante tantos años, decidí cambiar de entrenador, al de Adam Scott que me terminó de hundir, me dio la última estocada».

Los malos momentos, evidentemente, no vienen solos, y hasta lo que parecía una residencia idílica en Portugal se volvió una rutina difícil de digerir: «Estábamos muy solos, y la vida así es dura. Mis días eran siempre iguales, de casa al campo de golf donde no salían las cosas, de ahí al gimnasio que no es mi pasión sino mi obligación, y de ahí a casa, día tras día. Suerte que tengo a mi lado a María que es alegría pura». Y por eso tomaron la decisión de cambiar su residencia a Dubai, donde son vecinos de edificio de Rafa Cabrera Bello.

El cambio de residencia supuso mucho más que un cambio de país: «cuando perdí la tarjeta del Tour Europeo el año pasado me di cuenta de muchas cosas, y decidí que había que recuperar el juego y la fe perdida cuanto antes. Me puse en manos de Hernán Rey, profesional que ahora es entrenador y estamos trabajando juntos, lo que pasa es que él vive en Orlando. Acabo de llegar de pasar dos semanas allí, trabajando con él y visitando a Gonzalo Fernández Castaño y Alicia Carriles, y ha sido un buen ‘kitkat’, ya vengo preparado y animado para empezar la temporada del Challenge en Turquía la próxima semana».

«Este es el primer torneo del Challenge que juego; he jugado cinco torneos del European Tour por invitación y pensé que habría más, pero sorprendentemente no llegan, así que este año me voy a centrar en el Challenge Tour«.

Y así comienza la nueva etapa: «Con Hernán estamos trabajando en tener conciencia de lo que ha pasado, y recuperar el swing anterior, pero para ello tengo que romper el patrón que he creado, y eso cuesta. El cambio no viene sólo de pegarle bien a la bola; es mucho más».

Echando la vista atrás asegura que «Han sido años muy feos, muy duros. Y no es que haya bajado los brazos en ningún momento, he seguido trabajando pero en lugar de avanzar, sólo iba para atrás. La mejor alegría de mi vida (el nacimiento de su hijo) reconozco que ha estado empañada por mi carácter agrio, sombrío. Como el golf no iba bien, el resto de mi vida se ha visto empañada. Pero es una etapa de la vida y pronto espero reírme de los malos ratos pasados. Ya tengo 34 años, más responsabilidades, y las prioridades cambian. Es una suerte tener a María, que tiene un carácter genial, y ahora empiezo a creer que puedo darle la vuelta». 

«Ahora es cuando puedo analizar cómo fueron los años buenos. Ahora te das cuenta de las cosas que antes no te dabas cuenta. Tuve la suerte de encontrar a las personas ideales en mi camino para llegar arriba rápido, Pepín Rivero, Philip Expósito (mi manager), llegaron los resultados y conseguí seis victorias en cinco años en el Tour, y enfrentarme a los mejores del mundo. Y en aquella época en vez de sentirme agradecido por lo que tenía, me dolía lo que no tenía».

«Ahora lo miro desde otra perspectiva. Cuando has estado arriba y ahora estás abajo, se aprende. Golpe a golpe. Personalmente tengo muchísima suerte de tener a una persona maravillosa al lado, un hijo sano y feliz, unos padres y hermanos que están bien, ¿qué más quiero?»

«En once años en el Tour Europeo es la primera vez que pierdo la tarjeta y honradamente pensé que me llegarían más invitaciones, pero cuando lo ves todo con cierta perspectiva te das cuenta de que esa imagen mía que tanto gustaba, sonriente, simpático, ahora parece que se ha olvidado. Cada uno mira por su bien y el bien del Tour Europeo ahora mismo no es invitar a Álvaro Quirós, pero no pasa nada».

En cuanto a los patrocinadores, también parece que se han olvidado de él «salvo Callaway y Puma, que están conmigo desde el principio y termino con ellos este año pero espero que todo vaya bien. Pero el tema de los patrocinadores ahora mismo no me preocupa; tengo la suerte de venir de una familia humilde y nunca me he guiado por el dinero. Cuando las cosas iban bien nunca elegí los torneos por dinero sino por calendario. Que vengan o no, será la consecuencia de jugar bien».

Y arranca la temporada en el Challenge con ilusión, porque como dice el Atleti, ‘Si algo me enseñaste fue a vestirte con más orgullo en la derrota que en la victoria’, y tal cual se levanta y afirma que «ahora estoy más cerca de volver a los orígenes y construir algo. Tengo muchas ganas de irme el lunes a Turquía y meterme en modo competición. Yo jugué el Challenge al principio de mi carrera, sólo un año. Volver no es duro por el hecho de jugar un circuito supuestamente inferior, ¡el Atleti también bajó a Segunda y mírale!, sino porque sé de lo que he sido capaz de hacer y la calidad que se presupone que tengo, y ahora volvemos a empezar de cero pero con muchas ganas. No me planteo grandes cosas. Volver a disfrutar de golf y los resultados volverán a salir». 

Porque Álvaro Quirós, como su Atleti del alma, es pasión, alegría y sufrimiento, y nunca deja de creer.